Vendrán días lluviosos
y nos harán más tristes.
Esos días
nublados en que el cielo derrama
sus lágrimas
copiosas esparciendo el acero
y el plomo de
las balas que reabren mi herida.
Veo nubes que
pasan y a las que el viento empuja,
bermejas surcan, lentas, bajo el arco celeste
y, con las
amapolas, en medio del sembrado,
derraman en mi
espíritu metrallas de hemorragia.
Quien se
derrumba a veces en la mullida yerba
pide que le
respondas, diluvio que te fraguas
oculto entre las
frondas del laberinto urbano,
señor de los
anillos sonoros en el yunque.
Vendrán días
lluviosos y nos harán más viejos
y el corazón se
irá lentamente encogiendo,
más caduco y
ausente; y vendrán con los pájaros,
aún más cenicientos, a estallar girasoles.
Yo te estaré
esperando para llorar contigo
esa lluvia de
abril que juntos contemplamos,
aquel día
nublado en que lloraba el cielo
mi corazón y el
tuyo, empapados en lágrimas.
José Antonio Sáez Fernández.
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