miércoles, 17 de noviembre de 2021

DEL AMOR Y LAS CENIZAS.






Te resistes a aceptar que donde hubo tanto amor hoy no quedan más que cenizas. E insistes en que debe quedar algo más que no vemos, porque tras la muerte entramos en una nueva dimensión que es invisible (“lo esencial es invisible a los ojos”, se dice en “El principito”). Tras ella debe extenderse el amor, que no los elementos que formaron parte de una realidad ilusoria de la cual nos servimos para desarrollar nuestra existencia anterior. Todos ellos se quedan a esta ladera de la vida, pues son elementos frágiles y efímeros. Solo el amor perdura, él es inmortal y eterno. Solo el amor y sus adláteres: la bondad, la belleza, la hermosura, la misericordia, el perdón, la solidaridad… 

La gran revolución siempre pendiente no es otra que la del amor: la única capaz de redimirnos y salvarnos en esta encrucijada de caminos que llamamos vida y que es solo sueño, ilusión, quimera… Al final de la vida, Él lo dijo, nos examinarán de amor. Solo de amor. Si hicimos crecer, si aumentamos esa capacidad de amor y si la dimos, y si no se nos pudrió esperando la ocasión o el momento oportuno hasta desgastarnos ofreciéndola, si hicimos que floreciera y la vimos alzarse al cielo como un don o una plegaria, se nos tendrá en cuenta.






He aquí a los tercos que, aun teniendo la solución a su desventura ante sus propios ojos, no la admiten ni la aceptan porque no son capaces de verla ni tienen la suficiencia humildad para asumirla, negándose a ella y repudiándola una y otra vez, como si no fuera evidente. Son los ciegos que no quieren ver. Mientras, el mundo se desangra y todos con él en este totum revolutum, en este sumidero que se traga el agua. El amor espera ahí, al alcance de la mano, dispuesto para ser usado y desgastado, llevando consuelo a los afligidos, a los desesperados, a los exiliados y a los sin patria como la gran dádiva divina: la única capaz de cambiar el mundo y a los seres humanos.
 
                                                 José Antonio Sáez Fernández.