martes, 7 de abril de 2020

AUTE, EL JUGLAR MELANCÓLICO.








   El cantautor Luis Eduardo Aute ha sido un buque insignia para mi generación y puede que para algunas más. Nadie como él supo conectar con los anhelos de los jóvenes españoles de los setenta y los ochenta, quienes vivieron la agonía del franquismo y la llegada de la democracia como la conquista de la tierra prometida, tan largamente esperada. Aute canta y parece que susurra y sugiere a la par. Nunca estridente. Es un poeta que canta, un juglar melancólico que tiñe de melancolía cuanto expresa. Y es un desarraigado, un desgarrado, un expatriado, un herido de amor muy lastimado. También de libertad y de belleza. Le dolió su país y se refugió en el amor, en la amistad, en la música y en el arte. En la belleza, en definitiva, a la que aspiraba; sabiéndose humano, falible y mortal. Su imagen misma era la de una generación inadaptada, rebelde y contestaría desde postulados nunca violentos, pero sí de rechazo; de una especie de rechazo autodestructivo que plasmaba a través de la melancolía y la indeclinable tristeza de sus textos y sus cuadros, engendrados por una suerte de incapacidad o de frustración ante la consciencia de no poder cambiar el mundo. 
   También el amor puede resultar una experiencia de aniquilamiento personal, un proceso de autoafirmación destructiva en cuanto los amantes disuelven su más íntimo ser en la conjunción con el otro. Ese perpetuo estado de desazón que deviene en melancolía y autodestrucción, reflejada esta última también en su pintura, junto a la rebeldía, lo convirtieron en emblema para los jóvenes de los años setenta y ochenta, como digo. Fue un juglar no acomodaticio que molestaba y suscitaba desconfianza o prevención en amplios sectores de los poderes públicos de entonces. Del mismo modo, fue un ser libre, en un país donde no todo el mundo entiende ni respeta la libertad del otro. La figura de Luis Eduarte Aute es la radiografía emocional de varias generaciones de jóvenes españoles, de sus anhelos y aspiraciones en la España de la transición. 





   Lo que lo diferenció de otros cantautores está a la vista: de unos, la canción protesta de cariz político-reivindicativo; de otros, el carácter intrínsecamente urbano de su temática. Puede que Aute tuviera algo de los dos grupos, pues fue un subvertidor de valores y emociones. Su personalidad y su singularidad son incuestionables, junto al intimismo, de raíz inconformista, en sus creaciones literarias, musicales o pictóricas. Intimismo, pues, junto a rebeldía, elegancia estética y melancolía, se dan la mano en un artista indiscutible de la España actual que, en sus concomitancias culturalistas, entronca con la poesía española de los setenta, la de los novísimos; por ejemplo, en lo que a sus referencias cinematográficas se refiere. Mientras que, en sus tintes filosóficos, no deja ser un existencialista pasional que consumía sus cigarrillos con voracidad.


                                                                        José Antonio Sáez Fernández.

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