Me dicen: ¿quién es ése que mide sus heridas
por el número impar de sus muchos fracasos?
¿Y quién aquél -preguntan- que se lame las llagas
como animal vencido, tras la lucha sangrienta?
Dejadle ir, les digo, entended su congoja.
Usad misericordia; pues en un tiempo tuvo
la arrogancia del sable y en su alfanje blandía
una soberbia indómita, certera en desafío.
José Antonio Sáez.
Estupendo poema, José Antonio, todos estamos hechos de heridas y fracasos; pero hay que seguir; nos salva la palabra.
ResponderEliminarAbrazos desde Rivas.
Agradezco mucho tus palabras, amigo José Luis. Sean estos versos de cuantos deseen albergarlos y darles un poco de calor y acogida. Abrazos.
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