Yo, que entregué mis días a la contemplación
e hice fecundar mi alma en la luz cenital
que abarcan al presente tus pupilas turquesa:
yazgo aquí, en fría tierra, y estercolo los
lirios
que ves crecer solícito sobre el campo desnudo
de quien fue compasivo y me dio sepultura.
Mas no se aflija en nada tu corazón gozoso,
pues sabe que viví y cómo, intensamente.
José Antonio Sáez.
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