lunes, 22 de mayo de 2017

PALABRAS PARA LA JUBILACIÓN.







   Sra. Vicedirectora, Sra. jefa de estudios y jefes de estudios adjuntos, compañeros y compañeras del I.E.S. “Martín García Ramos”, familiares y amigos todos:


   Culmina hoy aquí la etapa profesional de mi vida, que se ha venido desarrollando a lo largo de los últimos 33 años en varios institutos de la Cuenca del Almanzora y otras comarcas de nuestra provincia, así como fuera de ella, en Linares (Jaén), a donde fui enviado durante dos cursos a finales de la década de los 80 y principios de los noventa, una vez superadas las oposiciones. He de confesar que la prueba ha sido realmente dura para mí y doy fe de que también me ha supuesto un gran desgaste personal. Pero aquí estoy, más o menos magullado, quisiera creer que como don Quijote cuando regresaba a casa después de sus distintas salidas en busca de aventuras. Yo no he tenido el carácter aventurero del hidalgo cervantino, pero sí estoy convencido de haber dado todo lo bueno que hay en mí en el ejercicio de mi profesión, tratando a mis alumnos con respeto y hasta con cariño. Y ello a pesar de que en contadas ocasiones he debido expresar ante ellos, más o menos abruptamente, mis opiniones sobre sus faltas de respeto, su apatía, irresponsabilidad o mal comportamiento. He intentado inculcarles valores perdurables que les ayudaran a conducirse por la vida, a reconducir sus malos hábitos y pulir las aristas desabridas o desajustadas, propias de la edad, el carácter o la conducta. No me considero un triunfador ni lo he procurado, más bien al final de mi trayectoria profesional me siento algo decepcionado por los resultados obtenidos, lo cual no es de extrañar en alguien que andaba empeñado en enseñar y educar por convencimiento y no por miedo al castigo. Así me ha ido, claro…

   Quiero decir también que nunca me he considerado ante mis alumnos como modelo de nada; es más, seguramente he cometido todos los errores confesables y me equivocado más que todos vosotros. Admito, incluso, que en alguna ocasión mis fallos puedan haber afectado al buen hacer de mis compañeros más cercanos del Departamento de Lengua. Por todo ello, si así ha sido, expreso mis más sinceras disculpas a quienes puedan sentir en su interior algún resquemor y, si acaso fuera necesario, hasta solicito su necesaria indulgencia; pues no hubo nunca intención deliberada de causar daño. Me voy, creo, con la conciencia tranquila porque sé que durante todos estos años no he hecho otra cosa que cumplir con mi deber, como todos vosotros hacéis a diario.

   Pero hoy debe ser día de agradecer, de mostrar mi gratitud por toda la ayuda y comprensión que he recibido a lo largo de estos años, por parte de muchas y muy variadas personas, puedan o no estar hoy aquí presentes. Muchas gracias a todas ellas por su apoyo y su generosidad hacia mi persona.

   Quisiera abundar, por último, en que la enseñanza no es una profesión fácil, sino tremendamente difícil y hasta a veces ingrata. Al menos a mí me lo ha parecido. Soy consciente de que la dejo en momentos aún más difíciles para ejercerla vocacionalmente, porque el caos social y político que nos circunda, así como la quiebra de valores a que asistimos nos hacen andar bastante desorientados, sin saber bien cómo acertar a afrontar los retos que se presentan en el momento actual o los que puedan presentarse en un futuro inmediato. La solidaridad entre profesionales, el acierto en la gestión de los equipos directivos, el trabajo en equipo, el asesoramiento de profesionales como psicólogos y pedagogos a través del Departamento de Orientación, pueden resultar de mucha utilidad para afrontar esos retos. Es mucho lo que está en juego. Os deseo toda suerte de aciertos y éxito en vuestra labor, sin duda una de las labores sociales más importantes para el futuro de un país, pese a la incomprensión y el menosprecio de tantos. Pocas profesiones tan esenciales para la sociedad como la que ejercéis. Los retos son difíciles, pero a menudo también pueden poner a prueba nuestra capacidad de superación. Tenéis donde superaros. Sabed también que la entrega y el amor que se pone en ella desgastan sobremanera, pero es que a esta profesión hay que ponerle mucha vocación y mucho amor. Si no es así, puede que difícilmente logre uno sobrevivir en ella.
 
   Muchas gracias a todos por ser tan buena gente y tan buenos profesionales. Gracias por vuestra comprensión y por vuestra indulgencia. Buena suerte, compañeros, compañeras, amigos todos. No seáis demasiado rigurosos al juzgarme, si es que lo hacéis. Yo solamente pasaba por aquí y quise saludaros.


                                                               José Antonio Sáez Fernández.
                                       
                                                        Albox, Almería, 17 de mayo de 2017.



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