Sra. Vicedirectora, Sra. jefa de estudios y jefes de estudios adjuntos, compañeros y compañeras del I.E.S. “Martín
García Ramos”, familiares y amigos todos:
Culmina hoy aquí la etapa
profesional de mi vida, que se ha venido desarrollando a lo largo de los últimos
33 años en varios institutos de la Cuenca del Almanzora y otras comarcas de
nuestra provincia, así como fuera de ella, en Linares (Jaén), a donde fui
enviado durante dos cursos a finales de la década de los 80 y principios de los
noventa, una vez superadas las oposiciones. He de confesar que la prueba ha sido
realmente dura para mí y doy fe de que también me ha supuesto un gran desgaste
personal. Pero aquí estoy, más o menos magullado, quisiera creer que como don
Quijote cuando regresaba a casa después de sus distintas salidas en busca de
aventuras. Yo no he tenido el carácter aventurero del hidalgo cervantino, pero
sí estoy convencido de haber dado todo lo bueno que hay en mí en el ejercicio
de mi profesión, tratando a mis alumnos con respeto y hasta con cariño. Y ello
a pesar de que en contadas ocasiones he debido expresar ante ellos, más o menos
abruptamente, mis opiniones sobre sus faltas de respeto, su apatía,
irresponsabilidad o mal comportamiento. He intentado inculcarles valores
perdurables que les ayudaran a conducirse por la vida, a reconducir sus malos
hábitos y pulir las aristas desabridas o desajustadas, propias de la edad, el
carácter o la conducta. No me considero un triunfador ni lo he procurado, más
bien al final de mi trayectoria profesional me siento algo decepcionado por los
resultados obtenidos, lo cual no es de extrañar en alguien que andaba empeñado
en enseñar y educar por convencimiento y no por miedo al castigo. Así me ha
ido, claro…
Quiero decir también que
nunca me he considerado ante mis alumnos como modelo de nada; es más,
seguramente he cometido todos los errores confesables y me equivocado más que
todos vosotros. Admito, incluso, que en alguna ocasión mis fallos puedan haber
afectado al buen hacer de mis compañeros más cercanos del Departamento de
Lengua. Por todo ello, si así ha sido, expreso mis más sinceras disculpas a quienes
puedan sentir en su interior algún resquemor y, si acaso fuera necesario, hasta
solicito su necesaria indulgencia; pues no hubo nunca intención deliberada de causar
daño. Me voy, creo, con la conciencia tranquila porque sé que durante todos
estos años no he hecho otra cosa que cumplir con mi deber, como todos vosotros
hacéis a diario.
Pero hoy debe ser día de
agradecer, de mostrar mi gratitud por toda la ayuda y comprensión que he
recibido a lo largo de estos años, por parte de muchas y muy variadas personas,
puedan o no estar hoy aquí presentes. Muchas gracias a todas ellas por su apoyo
y su generosidad hacia mi persona.
Quisiera abundar, por
último, en que la enseñanza no es una profesión fácil, sino tremendamente
difícil y hasta a veces ingrata. Al menos a mí me lo ha parecido. Soy
consciente de que la dejo en momentos aún más difíciles para ejercerla
vocacionalmente, porque el caos social y político que nos circunda, así como la
quiebra de valores a que asistimos nos hacen andar bastante desorientados, sin
saber bien cómo acertar a afrontar los retos que se presentan en el momento
actual o los que puedan presentarse en un futuro inmediato. La solidaridad
entre profesionales, el acierto en la gestión de los equipos directivos, el
trabajo en equipo, el asesoramiento de profesionales como psicólogos y pedagogos
a través del Departamento de Orientación, pueden resultar de mucha utilidad
para afrontar esos retos. Es mucho lo que está en juego. Os deseo toda suerte
de aciertos y éxito en vuestra labor, sin duda una de las labores sociales más
importantes para el futuro de un país, pese a la incomprensión y el menosprecio
de tantos. Pocas profesiones tan esenciales para la sociedad como la que
ejercéis. Los retos son difíciles, pero a menudo también pueden poner a prueba
nuestra capacidad de superación. Tenéis donde superaros. Sabed también que la
entrega y el amor que se pone en ella desgastan sobremanera, pero es que a esta
profesión hay que ponerle mucha vocación y mucho amor. Si no es así, puede que
difícilmente logre uno sobrevivir en ella.
Muchas gracias a todos por
ser tan buena gente y tan buenos profesionales. Gracias por vuestra comprensión
y por vuestra indulgencia. Buena suerte, compañeros, compañeras, amigos todos.
No seáis demasiado rigurosos al juzgarme, si es que lo hacéis. Yo solamente
pasaba por aquí y quise saludaros.
José Antonio Sáez Fernández.
Albox, Almería, 17 de mayo de 2017.
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