El alma se lava con lágrimas y se
forja en sus aliados naturales, los cuales la purifican de las limitaciones, las
torpezas y miserias que la humana condición lleva consigo para hacerla entender
lo que está vedado al torpe entendimiento o al sentido común, que no deja de
ser el más común de los sentidos. Al igual que las sábanas se secan al sol y al
aire, las almas se hacen transparentes a la luz del día o en la oscuridad de la
noche, tras haberse ejercitado mucho en la superación del dolor y de las
lágrimas. Ellos pudieran inducirte, torpemente asumidos, a la anulación y a la
negación del ser; pero si logras sublimarlos imponiendo tu voluntad y tu
disponibilidad, alcanzarás un estadio superior de conocimiento en que verás y
entenderás lo que está reservado a unos pocos. A la redención de uno mismo, que
significa el gozo interior y la lucidez, no se llega sino por el camino del
sacrifico, la abnegación y la renuncia. Que tu alma sea como la blanca sábana que
se transparenta y se seca al sol, movida por el viento. Sé audaz, sé osado y adéntrate en el camino de la reflexión y del conocimiento. En él hallarás respuestas, y no sólo preguntas.
José Antonio Sáez Fernández.
Sabia reflexión, Maestro. Gracias siempre por tus acertadas palabras. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti, amigo,, que con tanta generosidad aprecias estas cosas que escribo. Un abrazo.
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