Este libro excepcional que es Malola, y cuyo autor es el poeta
murciano residente en Almería Domingo Nicolás, se publicó por primera vez en la imprenta de Emilio Orihuela, en la capital de la provincia, el año 1976, con portada del gran
pintor indaliano Jesús de Perceval; prólogo del poeta y profesor granadino José
Heredia Maya y de la mano amical y fraterna de Juan José Ceba. A su
presentación en la Ciudad de la Luz acudió, conmovida, la académica Carmen
Conde, cartagenera ilustre.
Llegó posteriormente una segunda reimpresión que, bajo el título de Trilogía inicial, integró los títulos
más significativos publicados por el poeta hasta el momento y que aparecen en
la editorial Godoy, de Murcia, en 1985 (en el Depósito Legal figura el año
1987), en el orden que cito: Itémpora.
Balada de otoño para Howard (1987), cuya primera edición había visto
paralelamente la luz como número 1 de la colección almeriense “Alfaix” (libro-periódico
patrocinado por la Diputación y el Ayuntamiento de Almería); Elegía cantada (1984), que se publicara
bajo el sello de la editorial Cajal de Almería, con una tirada inicial de 1.000
ejemplares; y, finalmente, el poemario que ahora nos ocupa, Malola (1976).
(Domingo Nicolás, en el centro, flanqueado por los poetas Juan José Ceba y José Antonio Sáez) |
Quiso, pues, Domingo Nicolás bogar
desde el presente hacia el pasado para recoger su obra publicada hasta ese año
de 1987, siempre de la mano de pintores y poetas amigos; pues he de decir,
necesariamente, para honra suya y la de todos los que hemos sido generosamente
acogidos bajo su abrazo amical, que Domingo tiene un altísimo sentido de la
amistad, de la gratitud y de la fidelidad a sus amigos, de los cuales ya he
citado algunos y a los que habría de añadir muchos otros nombres como los de
Enrique Durán, S. Capuleto, Javier Cortés, José Asenjo Sedano, José Luis Muñío,
Rodrigo Valero y hasta el del catedrático oriolano José Guillén García, quien
firma el prólogo que introduce a esta magnífica trilogía poética.
La edición que ahora se publica bajo
el patrocinio del Instituto de Estudios Almerienses, organismo dependiente de
la Excma. Diputación provincial de Almería, constituye pues la segunda
reimpresión, revisada por el propio poeta, de la primera edición de Malola.
Domingo Nicolás se introdujo en la poesía para iniciar un diálogo
ininterrumpido con Malola, su segunda hija, convocado por ella, que le voló de
los brazos con apenas tres años de edad y fue tan alto su vuelo que aún anda
tras sus alillas con fervor de padre llagado, con devoción irrenunciable, con
esa herida permanente que llevará hasta su último aliento, donde habrá de
acudir a sus labios, por enésima y última vez, el nombre del ángel arrebatado.
Yo diría que a Domingo le basta con cerrar los ojos para volver a sentir el
calor de su dulce niña entre los brazos, para acunarla entre ellos y contemplarla
amorosamente mientras se adormece, plácidamente, junto a su regazo o al abrigo
de las manos amantes de su esposa y madre, Marilola. Para mí que esta niña, su
lenguaje y sus juegos forman ya parte de un sentimiento de ternura colectivo
que todos compartimos, asumimos y admiramos sobrecogidos por su
luminosidad, su encanto y su duende
indescriptibles.
(El director del IEA, Rafael Leopoldo Aguilera, con los poetas José Antonio Sáez, Domingo Nicolás y Juan José Ceba) |
Malola es un libro de unción y
un libro de ungido. Una obra de amor, de un desmesurado amor que subyuga y
conmueve. Domingo y Marilola, crucificados por el amor a esta hija arrebatada
en la inacabable congoja de vivir y de la condición humana nos han entregado
con total generosidad su legado de amor. Todo un derroche de ternura iluminada
bajo su semblante de su niña morena, de la inocente criatura salida de las manos de Dios
y, para siempre ya, rompiendo vasos o revolviendo cajones donde se archivan los
expedientes de los bienaventurados o poniendo en un aprieto a sus ángeles
guardianes. Malola es así nuestra niña querida, nuestro dolor más íntimo y
solidario, nuestro abrazo más profundo y desgarrador, nuestra comunión más
firme con sus padres. Y ello se lo debemos a este libro en que Domingo Nicolás
acudió a la llamada de su hijita de tres años para revelarnos el sentido de sus
palabras impronunciables e incomprensibles, de sus juegos y travesuras con la
gracia del ángel distraído que la custodiaba.
Pues Malola nos devuelve no
sólo a la edad de la inocencia y la ternura que se derrama generosa en los
textos de este libro, sino también a lo mejor de nosotros mismos, de nuestras
emociones y sentimientos más dignos y auténticos.
José Antonio Sáez.
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