domingo, 23 de diciembre de 2012

VERSOS PARA LA NAVIDAD DE 2012.






Bienaventurado aquel que, pudiendo mitigar el dolor de sus semejantes,
descendió de su púlpito y, arrodillado en tierra, limpió con esmero
las heridas que en el alma dejara el desamor del mundo,
estrechó las manos de quienes le negaran el saludo
y besó los pies sangrantes de sus enemigos suplicando clemencia,
aquellos que el polvo del camino había oscurecido hasta la repugnancia.


Feliz quien en su seno no albergó rencor alguno e hizo del perdón
generoso su convicción más firme, quien supo mirar con bondad
la desgracia y derramar sus lágrimas, movido por la compasión
ante el dolor ajeno. Feliz, sí, feliz quien que se conmueve y ofrece
su brazo al caído y lo levanta, y al cansado da aliento,
consuela al moribundo y ofrece esperanza al desahuciado.


Bendito el que se estremece ante el infortunio
y estrecha con su abrazo el cuerpo de los olvidados, que viven
su soledad como la más insoportable angustia; los que perdieron todo,
hasta quien más quisieron, y en el naufragio de sus horas
miran pasar la vida como si ésta no fuese con ellos.


A los desheredados del mundo, a los que no pueden
con la insufrible carga de vivir la crueldad o la indiferencia de los otros
y se arrastran por las calles y los parques de las urbes pobladas
como reptiles hambreando la solidaridad de los viandantes,
mientras estos efectúan sus compras movidos por mercantil reclamo:
con ellos ha de estar el corazón del poeta mientras le quede aliento
y aunque quizás, tantas veces, ellos nunca lo sepan.


José Antonio Sáez.

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