jueves, 14 de junio de 2018

CONJETURAS.




(Fotografía de Santiago Ontañón)




   Seguramente usted encuentra desquiciado el mundo a su alrededor y aún el que existe más lejos de usted. Seguramente usted se encuentra personalmente también, como mínimo, algo desasosegado e intenta hallar las causas de su desazón existencial. Quizá los horarios extenuantes de un trabajo donde tiene que soportar lo indecible de todo tipo de gentes y hasta de su jefe, por un sueldo que apenas le llega para cubrir sus necesidades básicas y las de su familia. Entiende que la televisión, el cine, las nuevas tecnologías, los medios de comunicación, la religión, la economía, la política… toda la vida, en fin, anda desquiciada de aquí para allá con sus continuos mensajes desconcertantes y, nosotros, con desasosiego, viajamos sin rumbo por el tiempo y el espacio, incluso en las relaciones familiares. Y se pregunta si al menos usted y los suyos podrían ponerse a salvo de tamaño desquiciamiento existencial, porque el mal se extiende por doquier y se cuela por los resquicios de las ventanas y las puertas, por los orificios por donde respiramos y por las pupilas con que miramos a nuestro alrededor. 

   Me temo, amigo mío, que de este entuerto no saldrá bien parado tan fácilmente y que su propósito de liberar de él también a los suyos resulte tan loable como difícil, pues ésta es una aventura personal engendrada por la necesidad de constatar que algo va mal, por lo que se hacen necesarios la reflexión continua y el coraje personal para no comulgar con ruedas de molino. Mientras, el mal se expande por el tejido social como la metástasis y no encontramos salida. Puede que el sistema esté en caída libre, como los que en él vivimos.  

   Apunte, entre otros aspectos, a una vida sencilla, pacífica y solidaria, a ver qué pasa. Cultive su intelecto y, si cree en la dimensión espiritual del hombre, cultive también su espíritu con el conocimiento, los valores morales y la cultura. Sea más comunicativo. Verá y entenderá mejor el mundo en que vive y quizá su vida le resulte menos arisca y desapacible.



                                                                                 José Antonio Sáez Fernández.




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