(Fotografía de Santiago Ontañón) |
Seguramente
usted encuentra desquiciado el mundo a su alrededor y aún el que existe más
lejos de usted. Seguramente usted se encuentra personalmente también, como mínimo, algo
desasosegado e intenta hallar las causas de su desazón existencial. Quizá los horarios
extenuantes de un trabajo donde tiene que soportar lo indecible de todo tipo de
gentes y hasta de su jefe, por un sueldo que apenas le llega para cubrir sus
necesidades básicas y las de su familia. Entiende que la televisión, el cine,
las nuevas tecnologías, los medios de comunicación, la religión, la economía, la política… toda la vida, en fin, anda desquiciada de aquí para allá con sus continuos mensajes desconcertantes y, nosotros, con desasosiego, viajamos sin rumbo por
el tiempo y el espacio, incluso en las relaciones familiares. Y se pregunta si
al menos usted y los suyos podrían ponerse a salvo de tamaño desquiciamiento
existencial, porque el mal se extiende por doquier y se cuela por los
resquicios de las ventanas y las puertas, por los orificios por donde
respiramos y por las pupilas con que miramos a nuestro alrededor.
Me temo,
amigo mío, que de este entuerto no saldrá bien parado tan fácilmente y que su propósito
de liberar de él también a los suyos resulte tan loable como difícil, pues ésta
es una aventura personal engendrada por la necesidad de constatar que
algo va mal, por lo que se hacen necesarios la reflexión continua y el coraje
personal para no comulgar con ruedas de molino. Mientras, el mal se expande por
el tejido social como la metástasis y no encontramos salida. Puede que el
sistema esté en caída libre, como los que en él vivimos.
Apunte, entre otros
aspectos, a una vida sencilla, pacífica y solidaria, a ver qué pasa. Cultive su
intelecto y, si cree en la dimensión espiritual del hombre, cultive también su
espíritu con el conocimiento, los valores morales y la cultura. Sea más comunicativo. Verá y entenderá mejor el mundo en
que vive y quizá su vida le resulte menos arisca y desapacible.
José Antonio Sáez Fernández.
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