Fue en el día de la lluvia cuando se produjo el desplome de
las mariposas, como si de un ametrallamiento se tratase. El suelo estaba
cubierto de alas multicolores que se desplegaban en torno al cuerpo diminuto de
los insectos. Sus cadáveres yacían desperdigados por doquier. Eran como fetos
de ángeles abortados y su visión conmovía a los viandantes. El loco fue
recogiendo los restos mortales que hallaba a su paso y los guardaba en los
raídos bolsillos de su chaqueta remendada, mientras caían de sus ojos abundantes lágrimas, pues no
encontraba consuelo para tamaña desgracia. Nadie reparaba en su acto de
misericordia para con los lepidópteros y los más fingían no entender su
enigmático despropósito. Estiraba el marginado la espiritrompa de algunos
ejemplares de muy bellos colores y parecía llevárselos a los labios para darles
un último beso de despedida. Era toda una declaración de amor. En su bolsillo encontraban
sepulcro aquellas a quienes había perseguido inútilmente para atesorar su
belleza y preservarlas de la contaminación que las aniquilaba.
José Antonio Sáez Fernández.
Precioso tema, muchas gracias Maestro.
ResponderEliminarGracias a ti por tu generosidad. Saludos.
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