sábado, 21 de julio de 2012

La segunda época de la revista "Batarro" (XXI).



Corría el año 2004 y acordamos dedicar el volumen anual de la revista al escritor mejicano Miguel Ángel Muñoz (Cuernavaca, Morelos, México, 1972), poeta y crítico de arte, director de revistas literarias como Tinta Seca, quien realizaba por aquel entonces su doctorado en Historia del Arte en la UNAM de México. Se trata de los números 44-45-46 de "Batarro". La entrega se titula El espacio invisible (Una vuelta al arte contemporáneo) y el prólogo fue redactado por el compañero en las tareas del consejo de redacción de la revista Jesús Martínez Gómez,  hoy profesor de Lengua Castellana y Literatura en su localidad natal: Huércal-Overa (Almería). Se llevaron a cabo dos ediciones: una como revista y otra dentro de la Colección Arte, de "Batarro", patrocinada por el Centro de Estudios Huercalenses, dependiente del Ayuntamiento de Huércal-Overa. En la primera, el collage de portada fue del malagueño Francisco Peralto y en la segunda, la ilustración de portada fue del pintor segoviano Esteban Vicente.


(Miguel Ángel Muñoz)
La propuesta de edición corrió a cargo de Pedro M. Domene, gracias a su conocimiento y vinculación con la literatura mejicana actual. Los libros de arte ya habían tenido un precedente más que notable en el excelente ensayo ilustrado que habíamos publicado sobre el escultor Eduardo Cruz, de Macael (Almería), escrito por el catedrático de arte de la Universidad de las Islas Baleares Miguel Seguí Aznar. Se títuló El escultor y sus duendes. La obra plástica de Eduardo Cruz. Esa preocupación por lo artístico se vio también reflejada a través de la importancia que la fotografía o la poesía visual alcanzaron en varias de las publicaciones de la revista y en las colecciones dependientes de ella. Sirvan como ejemplos los números de homenaje dedicados a Diego Granados, a Francisco Peralto o el conmemorativo del centenario del Quijote.

Consta el volumen de trece ensayos, todos ellos publicados con anterioridad en suplementos culturales de la prensa mexicana, revistas y volúmenes colectivos, en su gran mayoría de México y en algún caso de Brasil,  cuyos títulos son los siguientes: "Josep Guinovart: la transfiguración de la pintura", "Roberto Matta: la arquitectura de la emoción", "La imaginación del instante: signos de José Luis Cuevas", "Eduardo Chillida: la estructura del vacío", "Bruno Widmann: lenguaje y figuración", "Ángeles San José: la poética de la abstracción", "Richard Serra: El peso de la escultura", "Jordi Teixidor: las tentativas de la memoria", "Materia y pintura: Aproximaciones a la obra de Albert Ràfols-Casamada", "Robert Rauschenberg: el desafío constante", "Francesc Torres: la metamorfosis del arte", "Chema Madoz: el instante poético de la fotografía" y "Esteban Vicente: el ilusionista del expresionismo abstracto". Junto a cada ensayo se publicó una ilustración original de cada uno de los artistas tratados en esta obra.


Afirma el profesor Jesús Martínez Gómez que una de las características más señaladas de estos ensayos radica "en el lirismo con que el autor desentraña esa zona cero desde la que se articulan los procesos creativos, acudiendo una y otra vez a acertadas referencias literarias, denotativas del punto de partida común que anima a las vanguardias a lo largo del siglo XX, con absoluta independencia del soporte comunicativo escogido para mostrarse" (p. 8). Y un poco más adelante asegura que el elemento fundamental que se constituye en eje articulador de todos los ensayos "no es otro que el espacio, o para ser más exactos: el tratamiento que otorgan al espacio los autores (...) Un espacio multiforme, poliédrico, abarcador y misterioso (...)" (p. 9).

 Unas líneas del escritor mexicano Miguel Ángel Muñoz, extraídas de su libro de ensayos de arte publicado con el título de El espacio invisible (Una vuelta al arte contemporáneo), número 44-45-46 de la revista literaria "Batarro":

"No es inexacto decir que la obra de Guinovart es una metáfora. La pintura se ha vuelto imagen. Una de sus obras mayores -oscilante entre la poesía y la pintura- viene de la oscilación entre sentido y forma: Constelación: la osa de ceniza y cabezas. Esta oscilación es la música del espacio que resuena en otras obras.
Cada una de las obras de Josep Guinovart es la culminación de un largo proceso, un signo poético. Todo gira al mismo tiempo, como ya dije, en un eje que Guinovart va construyendo con su propia existencia. El arte existe por consagración de la memoria, y al transfigurarlo, lo recreamos como posesión individual. Por ello, Josep Guinovart es desde hace más de cincuenta años un profeta de la imaginación y la renovación constante".

  
                                                                                 Miguel Ángel Muñoz.



(Portada de la revista mexicana "Tinta Seca")


1 comentario:

  1. Creo que una vez más conseguimos un buen número y un volumen de la colección/ ensayo. Como el resto de publicaciones de exquisito cuidado que durante años se fueron editando, aunque esto venga de quienes formamos el colectivo. Las publicaciones, la buena literatura está ahí, y de eso debe sentirnos orgullosos los almerienses.
    PMD.

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