miércoles, 28 de diciembre de 2011

Compañeros de viaje: Dos publicaciones significativas.




En el año 2005 publiqué en la colección "Almud Literario", de la editorial malagueña Corona del Sur, y gracias a la generosidad de Francisco Peralto, el opúsculo Valle sin aurora. Consta este librito de 16 poemas, mayoritariamente vinculados en torno al valle del río Almanzora, en la provincia de Almería, al paisaje circundante y sus circunstancias sociohistóricas; tema que de alguna manera siempre ha estado presente en mi poesía. Lo dediqué a la memoria de mi amigo, el poeta leonés Antonio González-Guerrero, celebrado autor de El país de la nieve.
   Con el recurso lacerante de la emigración en una tierra abrasada por el sol y la sed, olvidada y marginada secularmente, se inician los primeros endecasílabos de esta obrita, no menos estimada por mí a causa de su selecta brevedad. Se adentra en los jardines y en los dulces frutos de las huertas regadas allí donde el agua corre pródiga, hasta asomarse al mar Mediterráneo y a las culturas que aquí se asentaron a través de Baria y Basti (hoy Villaricos y Baza).
Otro grupo notable de textos tienen carácter existencial y reflexivo y algunos giran en torno a la pérdida de mis padres. Valle sin aurora es un opúsculo poético que tiene carácter cíclico, en cuanto comienza y acaba con dos versiones del poema "Sal de tu patria". Los textos que se integran en él no fueron incluídos después en otros libros.


Al poeta cordobés José Antonio Santano debo la publicación, en su revista "Cuadernos de Caridemo" (núm. 16, Almería, abril de 2004), de una pequeña antología de mi obra poética, titulada Certidumbre efímera (1983-2003). En ella incluí 20 poemas de mis siete primeros libros publicados y ofrecí un texto entonces inédito, "Fandango de Almería", que sería integrado posteriormente en Las Capitulaciones (2007). Aunque breve, esta antología es la única que se ha publicado hasta la fecha sobre una trayectoria poética que se aproxima a los treinta años de creación literaria ininterrumpida.
En las líneas de presentación de la misma, concluía yo: "Si en mis primeros libros era más acuciante la necesidad de expresar emociones, en la última década creo haber adoptado un compromiso mayor respecto a la forma del poema y la contención, por tanto, en la expresión de emociones y vivencias. Una poesía esencialmente interior, profunda y reflexiva, comprometida con el hombre y la condición humana" (p. 5).
   Cierro, pues, este ciclo de "Compañeros de viaje" que ha pretendido dejar testimonio de mi obra poética publicada hasta el presente año 2011. Quizás algún día me atreva a dar noticia de los trabajos de crítica literaria que me ocuparon, las ediciones, mis intentos en la narrativa o de la labor de "Batarro".




      SAL DE TU PATRIA.                                      FANDANGO DE ALMERÍA.



Dije: "Me iré de aquí y me llevaré                   El almeriense triste, el que alberga en el alma
a los míos, pues no vive esta tierra".               todo el dolor del mundo y en los ojos la herida
Dejaré mi casa y la de mi padre                     abierta de su tierra. El de las grandes manos
y me marcharé a algún lugar extraño              con que partir el pan y acariciar el trigo
donde los ríos corran por los valles                 en su delicadeza. El cegado de luz
y pueblen sus riberas los hermosos               que al firmamento mira al borde de una lágrima.
frutos del grácil melocotonero,                        El que siembra el desierto y en la arena cultiva 
las uvas doradas que han de ofrecerme           la rosa de las dunas, junto al dátil aurífero.
el dulce mosto extraído en las prensas;          El que mide su talle con el de las palmeras
las cerezas, los higos, las granadas               y asciende hasta la copa al giro de su tronco.
y cuanto manjar sabroso concede                  Aquél que se desangra derramado en tarantos,
la tierra fecunda a quien, con sudor,               el hijo del indalo que bebe en copa argárica,
hunde, viril, en arado en el surco                    el sufí retirado que apacienta los cactus.
o la corteja y mima en su quebranto.              El que dora las uvas de un brillo inmarcesible
No he de sentir nostalgia en la partida,            y extrajo de las minas los dones de la tierra.
pues me supe de paso en el camino.              El de Abdera y de Baria, aquél de Los Millares,
                                                                   quien juntó cielo y mar desde la cima enhiesta
                                                                   del Charidemo altivo, barriendo las cenizas
                         de volcanes dormidos bajo el sol implacable.
                         El que llora en fandangos con el alma en un hilo.
                         Ese esbelto almeriense que pena oculta guarda,
                         el que extiende sus redes sobre el coral purpúreo
                         e ilumina los cerros con la luz de sus ojos,
                         remontando las ramblas para hacerlas fecundas.
                         El almeriense triste, en el alba del mundo.

                                                 José Antonio Sáez.

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