domingo, 26 de febrero de 2012

La segunda época de la revista "Batarro" (VIII).




Dos años de preparación costó el número 8-9-10 de la revista, al que titulamos "Vigencia de Miguel Hernández" y que publicamos en el año 1992, con motivo de la conmemoración del cincuentenario del fallecimiento del poeta oriolano en el Reformatorio de Adultos de Alicante, a consecuencia de una tuberculosis pulmonar contraída en prisión. Lo presentamos en el Aula de Cultura de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, en Orihuela, con notable éxito.
   Yo preparé esta edición y, en la presentación de la misma, me referí al flaco servicio que prestaban, para una valoración equitativa de su obra, los apasionamientos, las banderías y la utilización partidista que hasta entonces había venido produciéndose de la figura del poeta. Entendía que Miguel Hernández era un poeta universal y que, por conseguiente, su obra formaba parte del patrimonio universal. Destaqué su figura de intelectual comprometido con la España republicana del momento, su actividad en la lucha fratricida, la nobleza de sus ideales y su vinculación con el drama de su país, del que fue víctima. Su obra, truncada cuando apenas el poeta contaba con 32 años de edad (1910-1942), es un ejemplo de indudable valor ético respaldado por unos ideales y por los hechos históricos que obligaron a definirse a los intelectuales de aquellos años trágicos, los cuales suscitaron tanto apasionamiento y tanta radicalidad en las posturas. Las circunstancias de la España de 1992 no eran, evidentemente, las de la Segunda República, ni aquéllas que tocaron en suerte a Miguel Hernández; por ello me pareció oportuno expresar lo siguiente: 

   En "Batarro" defendemos que el compromiso del intelectual en la España de hoy debe estar vinculado, únicamente, a su propia conciencia y a la verdad. Defendemos, de igual modo, la libertad y la independencia del intelectual; porque sólo a partir de la propia conciencia, la libertad y la independencia puede adoptarse una postura crítica frente al poder establecido y el mundo que nos rodea. Pues la verdad no es dogmática ni patrimonio exclusivo de ningún ser humano o grupo.
   El escritor, el intelectual en general, debe ahondar en las simas de su conciencia, estar muy atento a la realidad de su tiempo para, utilizando la razón como instrumento, aportar fórmulas, parcelas de verdad que contribuyan a configurar como más justo, más equitativo y humano el mundo en que vive, su propia vida y la de sus semejantes.


   Un retrato del poeta oriolano, realizado por el pintor alicantino Francisco Díe -quien dibujara también aquel rojo gallo que figura en la portada de los números de "El Gallo Crisis", la revista de catolicismo positivo que dirigió Ramón Sijé-, nos fue cedido por el abogado oriolano don Antonio García-Molina, y con él iniciamos esta entrega de homenaje a Miguel Hernández. Las ilustraciones que delimitan las distintas secciones de poesía, testimonio y ensayos en que se estructura el número son del pintor oriolano Rafael Bascuñana, que venía colaborando con nuestra publicación ya desde entregas anteriores.
   Dieciséis poetas firman las colaboraciones líricas que incluimos: Aureliano Cañadas, Santiago Castelo, Julio Alfredo Egea, Miguel Florián, Manuel Gahete, Carmen García Bellver, Diego Granados, Andrés Mirón, José Luis Morante, Carlos Muñiz Romero, Antonio y Carlos Murciano, Ramón Pérez Álvarez, Jesús Poeveda Mellado, Armando Rojo León y Fernando de Villena.



   En la sección de testimonios dimos a conocer seis trabajos inéditos: "...Y también hace cincuenta años (Con un apéndice documental: Carta de Justino Marín, Gabriel Sijé, a Ramón Pérez Álvarez)", de Antonio García-Molina Martínez; "Pablo Neruda-Miguel Hernández. Un documento confidencial particular (Contiene el Informe Confidencial de Darío Carmona:"Miguel Hernández, poeta español, preso en la España de Franco)", de Jesucristo Riquelme; "Una carta inédita y un texto en prosa", de Manuel Molina; "Una revista <<pobre>>, editada por humildes poetas: Silbo, de Orihuela (1936). Con el apéndice documental: "Dos premios Nobel en Silbo", de Ramón Pérez Álvarez; y, finalmente, "Variantes formales, textuales y de interpretación en una carta de Miguel Hernández a Ramón Sijé", de José Antonio Sáez Fernández.


 
En la tercera parte, la de ensayos propiamente dichos, publicamos doce trabajos firmados por Manuel Cifo González, quien se ocupa de analizar los paralelismos entre el teatro de García Lorca y El labrador de más aire, de Miguel Hernández; el catedrático de la Universidad de Murcia Francisco Javier Díez de Revenga comenta algunos detalles del libro de Juan Guerrero Zamora Proceso a Miguel Hernández. El Sumario 20.001 (publicado por editorial Dossat en 1990); Pedro M. Domene analiza la bibliografía más representativa sobre el poeta oriolano; Francisco Esteve, presidente de la Asociación de Amigos de Miguel Hernández, firma "Hacia una culminación definitiva de la obra hernandiana"; Leopoldo de Luis analiza la simbología frutal del limón y la manzana en la lírica del oriolano, mientras que Manuel Muñoz Hidalgo estudia el tema de Dios en su poesia y el también profesor de la Universidad de Murcia, José Muñoz Garrigós, pone una nota introductoria a un texto de Ramón Sijé. Seguidamente, el escritor onubense José María Padilla Valencia glosa la Elegía de Hernández a su amigo; el poeta de Elda Antonio Porpetta suscribe el trabajo titulado "Miguel Hernández, memoria que no cesa" y Vicente Ramos se refiere a la figura del poeta en la aurora de la República. Finalmente, el sevillano Javier Sánchez Menéndez le dedica su homenaje y Concha Zardoya se refiere a los valores cromáticos de la poesía hernandiana. También en esta ocasión, el autor del excelente collage de portada fue el escritor e impresor malagueño Francisco Peralto.





Poemas de José Luis Morante en el número 8-9-10 de "Batarro":

TRÍPTICO A MIGUEL HERNÁNDEZ.



                         A Miguel Hernández, en el cincuentenario
                         de su muerte.
        
                           
                                     ... CON TRES HERIDAS YO


                                 I
                     LA DE LA VIDA


Son las más de mis noches
trozos de pan sobre el mantel dispersos,
volúmenes frutales convexos, como puños;
platos sucios y vasos
marcados por la sed del hastío;
son las más de mis noches
el aleteo incorde de un insecto
oficiando en los ritos
de una desolación concelebrada,
y otros tantos cigarros sepultados
en la fosa común del cenicero;
son las más de mis noches
como ríos agostados de sangre.
Y hablo de nuestra sangre: impune
un tiempo amorfo la evapora.


                              II
                    LA DEL AMOR

Y vienes tú, y resulta tan fácil
descolgar del armario, ahora sin llave,
una impoluta risa de domingo,
enjalbegar de blanco espeso la impotencia,
abrir los ojos y olvidar en el vientre
vacío de la noche
el bulto flácido de esta enorme tristeza,
como si fuera un acto ingenuo,
un gesto repetido y cotidiano,
el instante propicio de arrojar sus despojos
al desván del olvido,
o envejecidos trastos.
Tu liviana presencia
calcina mi pasado y me recrea.



                                                                         III
                                                           LA DE LA MUERTE
                    

                                    Tampoco dramatices... Puede que sea la muerte
                                    ejemplar funcionaria, en una sucursal
                                    del Retorno Imposible -frágil de aspecto,
                                    linfática, miope,
                                    el pelo ceniciento y abrumada la espalda
                                    por días laborables-
                                    que anocheciendo torna a su buhardilla,
                                    lejana como un faro, en la desolación de los suburbios.
                                    En su pequeña estancia se despoja
                                    del oscuro uniforme, toma una ducha fría,
                                    sorbe algún refrigerio y, ya en la cama,
                                    se obstina en resolver un crucigrama extraño
                                    que comenzara en el cincuenta y seis,
                                    justo en la fecha de mi nacimiento.
                                    En aquel se entrelazan múltiples sustantivos,
                                    tiempos, definiciones, evidencias, sucesos...
                                    Se van llenando espacios
                                    y un día queda el último: es mi nombre.
                                    La muerte, satisfecha, va cerrando los ojos,
                                    la vence un sopor dulce;
                                    mi vida, el crucigrama, está resuelto.

                                                       José Luis Morante.















viernes, 24 de febrero de 2012

La segunda época de la revista "Batarro" (VII).




El número 7 de la revista, correspondiente al último cuatrimestre del año 1991, no estuvo falto de significativas aportaciones literarias y artísticas. Para quien esto escribe, la serie "Desnudos", del pintor y escritor granadino Francisco Izquierdo (1927-2004) constituye, sin duda, un legado sobresaliente de esta entrega. Sus dibujos iban precedidos del soneto erótico "Leda", de Diego Granados; de tal manera que poesía y arte se daban la mano de forma realmente eficaz y valiosa. La presentación del artista corre a cargo de Pedro M. Domene. Junto al granadino, el oriolano Rafael Bascuñana y el huercalense Diego Bonillo realizaron también algunas aportaciones relacionadas con la ilustración artística de un  número que viene introducido por poemas de José Mª Molina Caballero, escritor y director de la revista "Ánfora Nova", de Rute (Córdoba), del sevillano Andrés Mirón, del linarense Domingo F. Failde, la portorriqueña Matilde Albert Robatto y del abulense residente en Sevilla Miguel Floríán.
   Muy destacadas e interesantes resultan las traducciones inéditas de la "Oda al Otoño" de John Keats, con comentario y traducción realizados por José Siles Artés; así como los que de los textos del poeta francés Jean Jacques Hamm, profesor de la Universidad de Queen´s (Kingston, Canadá), realiza el también poeta y profesor de la Universidad de Almería, Emilio Barón.





  
   "Decir de claridades (La poesía de Domingo F. Failde en el ángulo de la dicción perfecta)" es el ensayo que escribí para esta entrega de la revista, pues la calidad lírica de este poeta linarense, residente primero en Algeciras y ahora en Jerez de la Frontera, figura para mí entre las más dignas y meritorias de su generación. Pocas obras como la suya pueden presentar una postura ética tan insobornable y modélica. En narrativa incluimos el relato del escritor Octavio Mantecón Prieto titulado "El imprevisto" y ya en la sección de crítica literaria analizamos libros de Pura López Cortés (Miguel Naveros), Leopoldo de Luis (José Antonio Sáez), Jorge Ferrer Vidal y Ana María Navales (Javier Sánchez Menéndez) y Juan José Ceba (Pedro M. Domene).



    Un poema de Domingo F. Failde en el número 7 de "Batarro":



SECUENCIA.

          A Luis Alberto del Castillo,
          por la esperanza invicta.


Hacia otro, hacia otra
vida, desde mi vida, en el común
artificio o rutina con que se hace un poema....

                     Pere Gimferrer.

Entonces, ¿qué ocurrió?
Recuerdo solamente la penumbra de octubre
y las hojas en vuelo rasante por la acera.
Lo demás es olvido.
                               Y uno sabe, no obstante,
que tiene, escrita a hielo, una historia en el alma:
Haber envejecido
lo natural (que es mucho),
y verse  rechazado del espejo, cuando ya ni la sangre
puede nutrir el brillo de una rosa
o desplomarse, lluvia,
sobre tanto abandono.
                                 Y uno sabe -lo sabe-
que ha muerto y es extraño
ese vago sonido como a música,
la lucérnula tenue del sol entre las nubes,
la panoplia amarilla del otoño.
                                              Y lo sabes:
Te has dejado arrullar esta mañana
por la molicie o la melancolía,
mientras, tras las colinas, gira la luz y asoma
su cabellera el tiempo.
                                 Y hace frío.
Hace más frío que nunca o acaso el desamparo
me envuelve con su nieve prematura
-soy demasiado joven, dijiste, y no importaba
si era cierto-. Y, entonces,
¿qué ocurrió?
                     Era un tranvía de vidrio,
repleto de magnolias
o tal vez el cortejo feble de la tristeza:
Sólo recuerdo el quicio de una puerta desnuda,
y el resto ya es historia.

           Domingo F. Failde.


lunes, 20 de febrero de 2012

La segunda época de la revista "Batarro" (VI).



 
Y dimos el gran salto. Fue en el número 5-6 (enero-agosto de 1991), con motivo de la celebración del cuarto centenario de la muerte de San Juan de la Cruz, patrón de los poetas españoles, el más perfecto de los poetas, el gran místico, aquél que escribió con palabras reveladas, vertiendo a lo divino los más encendidos versos de amor que la tradición literaria había puesto en sus manos. Corría, como digo, el año 1991 y el 14 de diciembre era la fecha señalada. No conozco ningún otro homenaje literario que pueda equipararse a aquel que rindió al santo carmelita una modesta revista de letras desde el valle del Almanzora, en la provincia de Almería. Y hay que decirlo así, porque así lo sentimos y así lo ambicionamos. Había un punto de audacia en el reto y no estaba exenta de riesgo aquella apuesta nuestra. Poetas por el Espíritu la llamamos y ahí queda. Por eso nos fuimos a presentar este número al Salón de Plenos de la Excma. Diputación Provincial de Almería e invitamos para aquel acontecimiento al poeta granadino Antonio Enrique, quien nos acompañó en esos días memorables. Algunas fotografías quedaron de aquella visita suya a Albox y a Almería.Yo redacté el preámbulo o manifiesto que introduce las páginas de esta entrega, el cual reproduzco aquí íntegramente:


                                                  POETAS POR EL ESPÍRITU

  
   En el cuarto centenario del fallecimiento de la más alta figura de la mística española, San Juan de la Cruz, donde la poesía lírica alcanza su más elevado sentido espiritual y estético; la revista literaria "Batarro" se honra en dedicar su número doble 5-6 a la conmemoración de tan señalado acontecimiento.
   Una decidida apuesta por la poesía de hondo contenido humano, solidaria y gozosa, que no evite las referencias a los problemas que preocupan, sacuden y conmueven al hombre de este fin de siglo es la que propugnamos. Un verso que sea capaz de decir con sobriedad y belleza, amabilidad y valentía cuanto haya de ser dicho. Imposible hoy una poesía de la evasión o de la huída, ajena a cuanto acontece.
   Pero, precisamente porque el hombre de nuestros días siente crecer en su interior los más vastos territorios de la soledad y el vacío, propagando el desamor sus más oscuros tentáculos por un corazón atrapado al que asfixiaron la superficialidad, el contacto epidérmico y la insaciable voracidad de las estadísticas; precisamente porque sabemos de un ser forjado a imagen y semejanza de su Creador, dotado de inteligencia, capaz de construir espacios donde la paz, el sosiego espiritual y la Belleza contribuyan, decididamente al nuevo renacimiento de una era que, auguramos, será para el Espíritu: en esa esperanza nos crecemos y en ella nos confirmamos.
   Frente a toda ocasión de muerte, afirmamos la vida. Frente a tan vastos territorios para el desamor, defendemos los más amplios espacios que el amor ocupa. Frente al aislamiento, la indefensión y el mutismo proclamamos hoy la comunión solidaria. Frente a la brutalidad, la insensibilidad y el menosprecio ofrendamos la flor amable de la delicadeza. Frente al ejercicio de la sinrazón hacemos valer la inteligencia, la imaginación y el diálogo.
   Poetas por el Espíritu viene a convertirse en una clara afirmación de la vida y supone el hermanamiento de cuantos creemos en un futuro de paz para el planeta y los que en él convivan. La poesía viene a ser, de ese modo, la "Llama de Amor" que nos convoca, un ejercicio de luz cedida a otras oscuridades que se crecen interiores; porque no hay mayor hermosura ni más espléndido caudal de íntima riqueza que la del ser humano.
   En ese convencimiento hemos conjuntado las voces que recoge este homenaje plural a la libertad, la inteligencia y la capacidad de creación, constructora y de amor que posee el hombre.
   Entiéndase así este anhelo de renovación espiritual que a todos requiere, que aúna y conjunta voluntades diversas. Del esfuerzo realizado dan prueba las páginas que siguen. Quede constancia, pues, del fuego interior que nos anima.





   Alrededor de cincuenta poetas firman otras tantas composiciones de este género, por lo que hacer explícitos nombres y títulos haría excesivo el recuento para el lector. Mas para que éste se forge una idea de la calidad de los textos, citaré algunos entre los más significativos: Francisco Bejarano, Alfonso Canales, Juan José Ceba, Ángel Crespo, Juan Drago, Julio Alfredo Egea, Antonio Enrique, Domingo F. Failde, Miguel Florián, Manuel Gahete, Diego Granados, Luis Jiménez Martos, José Lupiáñez, Francisco Mena Cantero, Andrés Mirón, Carlos Muñiz Romero, Antonio y Carlos Murciano, Francisco Peralto, Mariano Roldán, Juan Ruiz Peña, Concha Zardoya y un largo etcétera ( pido disculpas a quienes no mencioné por las razones antes expuestas). Cinco ensayos sobre el santo carmelita y la significación de su obra, - entre cuyos autores destacan los nombres de José Luis Campal, Agustín García Calvo: "Amor con miedo (de San Juan de la Cruz a Rab Sem Tob)"; Martín García Ramos: "La prosa de San Juan de la Cruz";  Nicolás del Hierro o José María Padilla Valencia-, se intercalan entre los poemas poniendo el necesario equilibrio entre el sentimiento de la expresión poética, más abundante sin duda,  y el pensamiento reflejado en los ensayos.
   Cabe destacar, de igual modo, la musicalización de la estrofa "Como vería de bella (El Génesis según San Juan de la Cruz)", texto de Diego Granados en partitura musical de Luis Bedmar Rodríguez, director de la orquesta "Ciudad de Córdoba"; así como la variación melódica a la misma estrofa que realiza José Parra Jiménez o la partitura del mismo Luis Bedmar sobre el texto "Un pastorcico", de San Juan de la Cruz, con que se cierra esta excepcional entrega de "Batarro", en la que no faltaron tampoco las ilustraciones; así la serie "Variaciones sobre la Noche Oscura", de Elías Guerrero. A Francisco Peralto, impresor de esta entrega, debemos también el extraordinario collage de la portada.
 



Un poema de Juan Drago en el número 5-6 de la revista "Batarro:


DESCENSO AL ANTRO.


   El oráculo estaba situado sobre una montaña, detrás de un bosque, en medio de un recinto de mármol blanco, adornado de obeliscos de bronce y en el que existía una caverna hecha por la mano del hombre, que tenía la forma de un horno, a la que no se descendía por escalera sino por medio de una cuerda.
   
                                              Oráculo de Trofonio.


A la hora en que se navegan los amantes
y los durmientes giran por meandros de sueño,
lento moja el rocío jazmines y malcomia,
el callar de las garzas, los frutos de la noche.

Llamado voy, mi corazón se inclina
a un galope que anhela la claridad del fondo.
Charrancito de playa herido de milano
van cayendo las olas en mis iris llovidos.
Crepita la madera, un viento se pronuncia
maldito y entrañable.

Bosque arriba mi lámpara, el rumor
de la túnica las brunas ramas mueve.
Azul de vuelo apenas de un leve rabilargo.
Espiral de paloma que a luna llena
imita. No saber. Verlo todo de un punto
que tremola,
y esta voz que no alcanza a sajar la penumbra.

Los obeliscos giran. Oscuro, solo intuyo
que si hay luz está en mí, que la senda
me cruza las vaguadas del cuerpo
y en mi frente hay un aura, el fulgor
de un secreto
                     ángel que se demora.
Y en mi espera me oculto como el lirio
en el lirio.

                        Juan Drago.

viernes, 17 de febrero de 2012

La segunda época de la revista "Batarro" (V).



 El número 4 de "Batarro" se corresponde con los meses de septiembre-diciembre de 1990 y en su portada figura una ilustración del pintor huercalense Diego Bonillo, profesor de Dibujo y director del IES "Cura Valera". En esta entrega colaboraron, además, otros ilustradores como Gabriel Mori y Antonio J. Rojas. La aportación más significativa que hicimos en ella fueron las cartas, hastas entonces inéditas, que Celia Viñas dirigiera a Gabriel Espinar, uno de sus discípulos más aventajados y predilectos, quien fuera catedrático de Literatura y también director del IES mencionado en Huércal-Overa. Él cedió generosamente esas misivas, las cuales dimos a conocer con una fotografía de Celia frente a un jovencísimo discípulo de 16 años. El mismo catedrático firma la nota preliminar que precede a los textos y en ella dice lo siguiente al referirse a la significación que la llegada de su profesora supuso para el Instituto de Almería: "Una puerta abierta a la alegría, una ventana de par en par se abría en nuestras vidas de tedio adolescente: una vida sin rumbo por el paseo del Príncipe, bellísimo y provinciano, por el puerto sin barcos, por la silenciosa soledad de la ciudad. Fue un milagro. La clase se abrió a un mundo de maravillas. Celia subía a la cátedra como una Diana que sobrepasaba, de pronto, desde su menuda gentileza, el bosque enmarañado de testas juveniles" (p. 15). Se trata de tres extensas cartas escritas entre los años 1944, 1945 y 1949 que en palabras de Gabriel Espinar "son un muestreo de la evolución personal de Celia". Con ellas quisimos rendir homenaje a la maestra y al discípulo, de cuya amistad y magisterio (los de Gabriel Espinar) pudimos gozar durante muchos años, hasta su fallecimiento.




   En el apartado de poesía incluimos textos de los poetas Daniel Pineda Novo, Julio Alfredo Egea, Eduardo Romero Frías, Rafael Vargas y Ángeles Dalúa. Francisco Domene firma el ensayo "El tiempo humano en la poesía de Antonio Jesús Soler Cano", sobre el malogrado poeta de Antas (Almería), tan cercano en la amistad y en los afectos. En narrativa, dimos a conocer los relatos "Recién nacida" y "Un sueño infantil", de Rolando Revagliatti. Un extenso estudio sobre la poesía de José Lupiáñez, escrito con motivo de la publicación de su antología poética Laurel de la costumbre (1988), y firmado por Pedro Rodríguez Pacheco, contribuye al esplendor de las páginas de esta cuarta entrega de "Batarro"; la cual se cierra con las habituales reseñas de libros sobre Delirio del desarraigo, de Juan J. Cantón (Sagrario Galán); El galeón atormentado, de Antonio Enrique (José Antonio Sáez); los primeros titulos de la "Biblioteca General del Sur" (Pedro M. Domene). Finalmente, añadimos la noticia del homenaje que el pueblo de Uleila del Campo (Almería) rindió a los poetas Rafael Guillén y Ángel García López durante los días 1 y 2 de agosto de 1990 por su ascendencia familiar vinculada a dicha localidad, durante los cuales ambos poetas recibieron el nombramiento de "Hijos predilectos" de la villa y se descubrió un monolito en su honor.




Un poema de Julio Alfredo Egea sobre la muerte de su padre, publicado en el número 4 de "Batarro":


DERRUMBE.


Telonera la muerte asonantaba                              su harapo cuando al fondo
tu perfil y ponía                                                    del túnel de tus ojos
por sorpresa en el labio                                         relincharon caballos
un jazmín de ceniza.                                             lejanos, para siempre
Fue entonces cuando estuvo                                 derrumbarse en un surco.
tu corazón enfrente                                               Así como distraído
del mío y dialogaron                                              pasabas por la vida,
en averiado rito.                                                    tal como si no fuera
La sonrisa yacía                                                   contigo..., como en sueños
alicortada, yerta                                                   por un país de naipes.
detrás de las cortinas                                           Y de pronto así, inmenso
como un borrón de pájaro.                                     y leve, desplomado,
¿A qué viaje...? ¿Por dónde...?                              vertical en mi pecho.
Mira, padre...¿No puedes...?                                 Ocaso eran los párpados
Caminos quedan, aves                                          clausurando tus días
que regresan, mujeres                                           y sentí que de pronto
cantan, ríos siguen                                               abracé a una montaña,
su historia, vendrá un niño                                     antes de que estuvieras
pronunciando tu nombre...                                     desnacido en mis brazos.
Frágil yedra quebrada                                        
en la sangre ponía                                                              Julio Alfredo Egea.
                         

sábado, 11 de febrero de 2012

La segunda época de la revista "Batarro" (IV).


 
La tercera salida de "Batarro" se corresponde con los meses de mayo-agosto de 1990 y aporta al mundo de la literatura varios aspectos significativos. El más destacable de ellos estuvo coordinado por Pedro M. Domene y se refiere a una muestra de la narrativa corta almeriense que se venía escribiendo en estos años, la cual era conocida por muy escasos lectores y críticos cualificados. Nos sentiamos en el deber de apuntalar la literatura en nuestra tierra, a veces incluso de reinventarla o de contribuir positivamente a escribir la historia literaria provincial, ponerla en valor dando a conocer a aquellos autores que poseían la dignidad suficiente como para mostrar al mundo, sin ningún tipo de complejos, el fruto de su trabajo literario, siempre desde la humildad pero también desde el rigor. Pedro M. Domene y Jerónimo López Fernández firmaron entonces la nota introductoria que precedía a los relatos de los siete escritores seleccionados; esto es: "Exorcismo", de Diego Granados; "Conmoción en Rambla  Nueva", de Carmen García Bellver; "El lunar", de Martín García Ramos; "Casimiro el tuerto", de Julio Alfredo Egea; "La muerte de un niño", de María José Clemente Alonso y "Damiamo", de Aureliano Cañadas. Creo que esta primera recuperación de la narrativa corta o del cultivo del cuento en escritores almerienses supuso un esfuerzo loable y digno de consideración, entre otros aspectos porque seguramente fue el primer intento de sistematizar un aspecto de la creación literaria en Almería, tan deslabazado e inconexo hasta entonces.






Pero si he de ser justo, creo que a la hora de enaltecer la calidad de este tercer número de "Batarro" no deben menospreciarse otras aportaciones muy relevantes para el mismo; como las que representan, a mi juicio, las valiosas ilustraciones del pintor oriolano Rafael Bascuñana Benítez, que ejercía entonces como catedrático de Filosofía en el instituto de Torrevieja (Alicante), del que fue también su director; o el homenaje que, con el título de "Un epitafio para Juan Bernier" y firmado por el escritor granadino Antonio Enrique, tributamos al poeta, miembro del grupo "Cántico" de Córdoba, con motivo de su fallecimiento, acaecido unos pocos meses antes (2 de noviembre de 1989). Del mismo modo, a la calidad de la entrega contribuyen de forma muy significativa los textos "Interior", "Ramblas" y "Sugerencia"; cuyos autores son el poeta jerezano, profesor de la universidad de Salamanca, Juan Ruiz Peña;  el vate granadino Rafael Guillén, premio Nacional de Literatura y el también poeta jerezano Jesús Fernández Palacios, director de la revista "Campo de Agramante", editada por la Fundación Caballero Bonald de esa ciudad gaditana.






El poema de Rafael Guillén está firmado en Albox (Almería), en el verano de 1988 y describe, como se verá, las emociones que suscita en el poeta el paisaje agostado del inclemente verano en esta localidad del valle del Almanzora. Estimo que, con este texto, el poeta granadino nos hizo un inestimable regalo que debemos sólo a su generosidad, a su talla como ser humano y como extraordinario poeta.
 En la sección de "Libros" se comentan las publicaciones de Francisco Toledano, De ayer a hoy, por Francisco Domene; así como Ex Verbis, de Francisco Peralto; Díptico pessoano, de José Luis García Martín y Días de 1989, del mismo autor, a cargo de José Antonio Sáez.
   El número 3 lleva una discreta publicidad comercial de las firmas que colaboran económicamente en la edición, tanta privadas como públicas, según habíamos considerado oportuno desde nuestros orígenes como grupo literario para mantener la independencia de la publicación.






Un poema de Rafael Guillén en el número 3 de "Batarro":



RAMBLAS.


La tierra enjuta, el polvo, el reverbero                    Todo es verdad donde no hay nada. Un árbol
del pedregal furioso, la materia                             un matojo, una hierba, mentirían
misma de la desesperanza.                                 aquí, donde hasta el cielo
Se asoma el corazón, como un vuelco,                 carece de sentido; donde un viento
a las vertiginosas cicatrices                                 de sinrazón esquilma y aridece
del desierto que ama.                                          el sentimiento mismo.
                                Solitario                                                             Por la arena
baja veredas, sube, se disuelve                            un hombre, una alimaña,
en la luz que acuchilla los taludes.                       algo viviente busca su guarida.
Rebota el corazón contra la greda
de los ribazos cuarteados.
                                                                          Recorre el corazón las descarnadas
Todo es andar. Pero la tierra, a veces,                   huellas del cataclismo, bebe a sorbos
reclama pasos que no fueron, pasos                     su angustia mineral, se reconoce
ardientes, olvidados                                             en la piel agostada
en el zaguán del alma, que esperaban                  de estas ramblas que ama. 
su hora.                                                                                            Desbocado                     
            Por los anchos                                        se afana y sigue y se hace un solo grito
arañazos de la riada, vaga                                    con esta desmesura
un hombre solo y sin amparo.                               de soledad y de grandeza.
                                                                                 
Se mira el corazón, como en un frágil                     
espejo, en la ardentía                                                  Albox (Almería), verano de 1988.
del páramo que ama.                                                              
                               Deslumbrado,                                            Rafael Guillén.
apenas reconoce su sed misma                                   
por las quebradas torrenteras.                                        



                               
                                                                                                                                                                              

miércoles, 8 de febrero de 2012

La segunda época de la revista "Batarro" (III).



El segundo número de la revista "Batarro" se corresponde con el primer cuatrimestre del año 1990. La edición se llevó a cabo en Gráficas García, de Huércal-Overa. Su portada fue del profesor de Dibujo Gabriel Mori y contaba con las secciones habituales de "Poética", en la que incluímos textos de Diego Granados: "...Y ya morir", Pura López Cortés: "Guardé mi niñez", José Luis García Martín: "Jovellanos, 3" y Antonio Jesús Soler Cano: "Puede decirse en verdad", poema del libro entonces inédito Para cruzar el laberinto. Nos sentimos especialmente satisfechos por haber publicado, creo que por primera vez, un texto del escritor asturiano José Luis García Martín, sobradamente conocido como crítico literario en la prensa nacional y una de las plumas más inflluyentes de la crítica literaria española de estos años. 
   En "Documenta" incluimos un valioso ensayo de Pedro M. Domene sobre el novelista almeriense (de Enix), exiliado en Francia, Agustín Gómez Arcos, con un profundo análisis de su novela Un pájaro quemado vivo, traducida al español y publicada por editorial Debate en 1986.

 
 En "Silva de varia lección" dimos a conocer dos textos inéditos sobre el malogrado escritor oriolano Ramón Sijé, universalmente conocido a través de la "Elegía" que Miguel Hernández escribiera a su muerte, cuando sólo contaba con 22 años de edad. Firman estos dos testimonios inéditos la que fuera su novia, Josefina Fenoll, "la panadera del pan más trabajado y fino" -como la llamara el mismo Miguel Hernández- y Jesús Poveda, su esposo, amigo personal de Sijé y Hernández, autor de Vida, pasión y muerte de un poeta: Miguel Hernández. Ambos estuvieron exiliados en México y regresaron a España para instalarse en Torrevieja (Alicante), donde yo los conocí personalmente. "Ramón Sijé. Memoria personal", así tituló su texto Josefina Fenoll, y "Amistad con Ramón Sijé", su esposo Jesús Poveda. Dos testimonios valiosísimos, único el de Josefina Fenoll, a quien Sijé dedicara su ensayo sobre el romanticismo literario en España:  La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas, e inspiración de muchos de sus mejores trabajos publicados en la revista que él mismo dirigiera: "El Gallo Crisis".

   "Valle Inclán: introducción a las tienieblas y al mito" es el ensayo con que Jerónimo López Fernández inauguró los ensayos sobre el género dramático en la revista, donde, entre otras circunstancias, el profesor huercalense se refiere a los aspectos mágicos y supersticiosos de su Galicia natal, la cultura de la muerte y el inconsciente mítico-popular en su obra.
   La narradora almeriense, residente en Granada, María José Clemente Alonso, firma el relato "¡Quién hubiera tal ventura!", que enriquece las páginas de esta segunda entrega de "Batarro", la cual se cierra con la sección de "Libros", en donde Pedro M. Domene reseña lecturas de Dahiell Hammett: "Elogio del relato negro"y "Un pequeño pecado original", sobre la biografía de Jane Bowles publicada por Millicent Dillon. A ellos se une la reseña de Jerónimo López Fernández sobre El ceñidor de Venus desceñido, de Rafael Alberti.

   Un poema de José Luis García Martín publicado en el número 2 de "Batarro":

JOVELLANOS, 3

De todas las casas que he tenido
ninguna fue tan mía como ésta.
Entre sus muros hubo horas felices
sólo, sin amargor ni tedio.
¡Tantos amigos me esperaban dentro,
incansables, pacientes, complacientes!
Campechano Galdós, fulgor de Valle,
minucioso Azorín, un cascarrabias
Baroja, y aquel día
en que el azar me trajo el primer Cántico,
cristal de roca, frágil, deslumbrante,
y Salinas -la forma de querer
    es dejarme que te quiera-,
y viajes en busca de un tesoro
de la mano de Stevenson, y Shakespeare,
mares, amores, cumbres, el misterio
de una carta robada, calles
borradas por la niebla, Cernuda
desdeñoso, doliente, inolvidable...
Caleidoscopio de mi adolescencia
que no se cierra cuando a ti te cierran,
que sigue iluminando mi memoria,
dándole peso al mundo, verdad, vida,
destartalado almacén de sueños,
oh vieja biblioteca, patria mía.

   "Batarro", el leve molinillo-vilano del Almanzora, iba abriéndose al espacio infinito con paso firme y decidido; empujado por el soplo del tesón, el entusiasmo y la constancia. Y también en el amor por la literatura.

                                                        José Antonio Sáez.



viernes, 3 de febrero de 2012

La segunda época de la revista "Batarro (II).


Habían de pasar aún tres años más desde aquel 1986 para que se dieran las condiciones materiales que propiciaran el relanzamiento de la revista "Batarro". Resulta innegable afirmar que la situación de bonanza económica del país favorecía las expectativas de futuro de un grupo literario con ilusiones y conocimientos en el mundo de las letras. Y así nos decidimos a sacar de nuevo, con modestia en los medios económicos y materiales, pero con sanas ambiciones, la revista, que iría acompañada de una colección literaria. Contábamos con limitaciones obvias de todo tipo: entre ellas las del reducido espacio provincial desde donde partíamos: la cuencia del Almanzora, en la provincia de Almería; si bien no reconocíamos frontera alguna. Queríamos iniciar el trayecto con lo mejor de nosotros mismos, pero huíamos del localismo y el provincianismo reduccionista. Puede decirse que nuestra vocación y nuestras aspiraciones eran universales. Siempre tendimos a asegurarnos una financiación que nos permitiera mantener una labor digna a lo largo del tiempo y para ello sumaríamos, a los apoyos económicos privados, algunas ayudas públicas más esporádicas cuando la situación lo requiriese. Empresas privadas de la comarca nos apoyaron dentro de sus posibilidades, algunas instituciones bancarias y también entidades públicas. Y nos propusimos relanzar la revista literaria con periodicidad cuatrimestral, siendo así que el primer número de esta segunda época de "Batarro" salió a la luz en el último cuatrimestre del año 1989.






 En su portada, el rostro de Miguel Hernández dibujado por el pintor huercalense Silvestre Martínez de Haro, a quien solicitamos también las viñetas y el logotipo que nos identificara como grupo en nuestras publicaciones: el caño de una fuente que viene a regar una alzabara. La revista volvía a la vida con la humildad y modestia que la había caracterizado desde sus orígenes, pero con un desusado vigor y unas ambiciones de vuelo que irían abriéndose camino en sucesivas entregas. A Diego Granados le correspondía el honor de introducir esta segunda época de la publicación y a él le cupo firmar el editorial del primer número, justificando su reaparición en el casi desierto panorama de las letras provinciales: "De la mano de un nuevo equipo, caracterizado por su preparación y juventud, <<Batarro>> inicia en este número su segunda época. Sin descartar la ilusión, alma de cualquier empresa artística, la revista emprende esta nueva etapa con el paso firme que da la experiencia y la seguridad en sí " (p. 4).


   Este primer número se estructuraba en varias secciones: Poética, con textos del poeta venezolano Manuel Ruano y del vate de Vélez Málaga Joaquín Lobato, quien había diseñado el cartel del I Congreso de Escritores Andaluces celebrado en Albox en el verano de 1976. Sigue a ésta una nueva sección que titulamos Documenta y que dedicamos a un escritor almeriense, prácticamente desconocido, perteneciente al Barroco: Don Gutierre Marqués de Careaga, autor del Desengaño de fortuna; con nota introductoria y referencias bibliográficas a cargo de Pedro M. Domene y José Antonio Sáez. En Silva de varia lección di a conocer algunas cartas dirigidas a mi persona por Josefina Manresa, viuda del poeta Miguel Hernández, fruto de un esporádico y entrañable contacto epistolar que se prolongó entre los años 1980-1986; y en Narrativa ofrecimos el cuento "Borrasca en el secano", de Diego Granados, que había obtenido el premio "Hucha de Plata" en el año 1983. Finalmente incluímos una sección de Reseñas Bibliográficas en la que Pedro M. Domene comenta la edición de Oreste Macrí de la poesía y la prosa completas de Antonio Machado en la editorial Espasa Calpe y la novela Silvio en el rosedal, de Julio Ramón Ribeyro, publicada por Tusquets.

Poemas de Manuel Ruano (Caracas, Venezuela) y de Joaquín Lobato (Vélez Málaga, Málaga) publicados en el número 1 de "Batarro", que se imprimió en Gráficas Sánchez, de Huércal-Overa, con 30 páginas:
              

                                LLAMAMIENTO.

Señores Alquimistas, hechiceros y astrólogos de la muerte,
             brujos medievales y voces de las tinieblas,
             buscadores de sueños antiguos y modernos,
             matemáticos, conspiradores, esclavos, magos silen-
             ciosos, enterradores, algunos desconocidos sacer-
             dotes.

Señores criminales, mendigos, profanadores de tumbas, pros-
             titutas y mujeres de la sed...
Escritas aquí están todas las visiones.
Ahora: ¿Qué hay de mi infierno?


FEDERICO GARCÍA LORCA                    
           (a sus dibujos)

Azafrán
Muñequita de azulejo. Veo. Veo.
Veo un monte. Amarillo limón.
(Una dos tres) La niña
que
está en el balcón.
Veo. Veo. Qué veo. Una
rama. Una pelota de muchos
colores.
Una ciudad.
Un corazón y un niño-marinero.







                                                                                              José Antonio Sáez.      



miércoles, 1 de febrero de 2012

La segunda época de la revista "Batarro": Antecedentes (I).


Inicio aquí el testimonio de la segunda época de la revista "Batarro" con el ánimo de dar a conocer a los lectores interesados lo que fue aquella valiosa aventura literaria que había emprendido incialmente el escritor albojense Diego Granados Jiménez (Albox, Almería, 1915-2002), con el asesoramiento de don Martín García Ramos, catedrático de Lengua y Literatura Españolas y director del Instituto de Enseñanza Media de Albox; de la cual di cumplida cuenta, entre otras publicaciones, en mi trabajo “Batarro. Coplas de Calaínos. Revista Poética (1973-1977)”, publicado en el Boletín del Instituto de Estudios Almerienses, núm. 3, Diputación Provincial de Almería, 1983, pp. 79-89; el cual también anda colgado en la red por no sé qué manos.No deseo volver de nuevo sobre lo ya escrito, por lo que daré aquí testimonio de lo que fue aquella segunda etapa de esta publicación literaria en la que participé muy directamente, junto a otros compañeros cuyos nombres irán saliendo en el trancurso de esta entrega.

He de comenzar diciendo que en 1986 Diego Granados tenía 71 años y que sólo cinco años antes había sufrido un accidente de automóvil al que sobrevivió pero que había estado a punto de costarle la vida. Padecía secuelas de aquel accidente, aunque su vitalidad y su voluntad lo llevaban a mantener una actividad diaria prácticamente normal. Lo visitaba con frecuencia en su casa un joven licenciado en Filología Hispánica con inquietudes literarias, admirador de la empresa cultural que el escritor albojense había sido capaz de desarrollar en la década de los 70 a través del Seminario de la Cultura, el Centro de Estudios del Almanzora, la revista de poesía "Batarro" y otras publicaciones como "Opúsculos" y "Fascículos", vinculadas a las actividades culturales que otorgaron a su pueblo, en esa década del pasado siglo, un esplendor cultural hasta entonces nunca alcanzado. Entre esas actividades cabe mencionar, por su significación, el "I Congreso de Escritores Andaluces", celebrado en Albox entre los días 23 y 26 de agosto de 1976, recién iniciada la transición política a la democracia. Pues bien: era yo aquel joven licenciado que visitaba al escritor en su casa, con la siempre atenta y diligente presencia de su esposa, Remedios Pérez Pedrosa, de gratísima memoria y afectos. Insistía yo repetidamente a Diego en la necesidad de recuperar el vigor y el entusiasmo perdidos, tras aquella sorprendente labor cultural que él había capitaneado en la década anterior, y creo que él debió ceder ante mi insistencia, en parte,  por el entusiasmo que debía ver en mí en aquellos años; entusiasmo en el que seguramente vería también  reflejado el suyo en los días, para mí gloriosos, del Seminario de la Cultura.


Una vez convencido Diego, ambos fuimos a visitar a don Martín García Ramos en su cortijo o casa de campo de Arboleas. Allí estaba él, acompañado siempre por su esposa doña Catalina. Don Martín sufría una delicada enfermedad cardiovascular y entregaba sus días al cultivo de árboles frutales o al cuidado de su casa solariega, convaleciente de una operación. Le convencimos para que se uniera a nosotros, dentro de sus posiblidades de salud. Poco o nada nos costó convocar a Pedro Martínez Domene, compañero de estudios universarios en Granada y buen amigo, con idéntica vocación literaria y entusiasmo equiparable al nuestro. Andando luego el tiempo, no tardarían en unirse al grupo, desde Huércal-Overa, Jerónimo López Fernández; y desde Lorca (Murcia), aunque nacido en Albox, Pedro Felipe Sánchez Granados. El último en llegar, también desde la vecina Huércal-Overa, fue Jesús Martínez Gómez. Todos, excepto Diego, trabajábamos en la docencia de Lengua y Literatura en Enseñanza Media.

Un grupo literario necesitaba una revista y a ser posible una colección literaria. Ya en 1986 hicimos un primer intento para iniciar esta nueva aventura y sacamos a la luz "Coplas de Calaínos", subtítulo que había llevado "Batarro" en su primera época. Aquella entrega solitaria estuvo animada y coordinada por Diego Granados y por mí, aunque también participó en ella, aportando ideas y algo más, Pedro Martínez Domene. Las colaboraciones de aquél número responden a la concepción de Diego de que actuase como vínculo de unión entre la primera época y la segunda, la cual deseábamos iniciar con tan escasos recursos económicos. Así, se dispuso que las colaboraciones fuesen firmadas por significados nombres representativos de la poesía andaluza de aquel momento, que de alguna manera hubiesen estado vinculados a la anterior etapa de la revista. Aparecieron los textos a manera "De poética andaluza", precedidos por una cita de El Collar de la paloma, de Ibn Hazám de Córdoba, traducido por Emilio García Gómez:

                                              Yo soy una tierra dura y pedregosa,
                                              reacia e insumisa a toda vegetación;
                                              pero si algunas plantas afincan sus raíces,
                                              no han de cuidarse de que abunden las lluvias de primavera.

                                                              (Capítulo VI).




Apareció esta entrega como si se tratara del número 9 de aquel primer "Batarro" y fue impreso en Grafikás Ediciones de Almería. Las colaboraciones iban suscritas por Antonio Enrique (Granada), Carmen Bermúdez Melero (Jaén), de quien era también la portada de aquel solitario número; Alfonso Canales (Málaga), Manuel Chacón (Córdoba), José Lupiáñez (Cádiz), Andrés Mirón (Sevilla), Carlos Muñiz Romero (Huelva) y José Antonio Sáez (Almería). Se dieron cita allí versos de un poeta andaluz por cada una de las provincias de la Comunidad Autónoma. En aquella ocasión, Diego sacrificó sus legítimas aspiraciones, de forma discreta, para dar cabida a mis textos.


Indice del número:

- De poética andaluza: "El Collar de la Paloma" (Cap. VI), p. 1
- Carmen Bermúdez Melero: (Del libro Poemas de la gran ciudad), pp. 3-4.
- Alfonso Canales: "El espejo", pp. 5-6.
- Manuel Chacón: "El paisaje de una chica de quince años", pp. 7-8.
- Antonio Enrique: "Un rayo atraviesa la tormenta", pp. 9-10.
- José Lupiáñez: "Cuerpo", "Ofrenda" y "Galantea", pp. 11-12.
- Andrés Mirón: "Estando el poeta recordando a unas gaviotas, vino en decir estos versos sobre el mar de otoño", pp. 13-14.
- Carlos Muñiz Romero: "Syn afanei logo",  pp. 15-16.
- José Antonio Sáez: "Visión onírica", "Rosa de arena", "Las raíces" y "Resignación", pp. 17-18.
- Notas (citas extraídas del trabajo publicado por mí en el núm. 3 del BIEA), pp. 19-20.
- Revistas recibidas, pp. 21-24.


                                                                                  José Antonio Sáez.