sábado, 27 de julio de 2013

GERARDO DIEGO Y LA CRITICA LITERARIA EN RADIO.






Los profesores de la universidad de Cádiz Manuel J. Ramos Ortega y José Jurado Morales figuran como editores al frente de una edición del volumen titulado El Panorama Poético Español de Gerardo Diego. Radio y literatura en la España de la segunda mitad del siglo XX, libro que edita la Fundación Gerardo Diego y el Centro de Documentación de la Poesía Española del siglo XX en la colección Bodega y Azotea, núm. 2. Este interesante volumen se forjó a raíz de un congreso celebrado en la mencionada universidad gaditana en el año 2007, el cual reunió a un nutrido grupo de especialistas en torno  al tema “El Panorama Poético Español, un corpus de más de 2000 <<radiotextos>>, escritos entre los años 1946 y 1978 por Gerardo Diego, los cuales se retransmitieron en primer lugar por Radio Exterior de España y después por el Tercer Programa de Radio Nacional de España.

   Resulta un tanto sorprendente el que esos <<radiotextos>> no hayan sido publicados en buena parte hasta el día de hoy, pues constituyen sin duda un documento de primera mano para conocer el estado de la cuestión analizado por uno de los protagonistas privilegiados de nuestra poesía del 27, que no partió hacia el exilio y que supo mantener en buena medida su independencia respecto al sistema político imperante durante el régimen franquista. Gerardo Diego se nos aparece, de este modo, como un escritor consciente del importante papel que venían a desempeñar los medios de comunicación, en este caso la radio, para la difusión de la poesía y la obra de los poetas, entre los que no faltaron ni los clásicos, ni los contemporáneos, ni los exiliados, ni aun los poetas más jóvenes de España e Hispanoamérica. Y todo ello en unos años en los que la radio había pasado a formar parte principal en los hogares españoles, por lo que se convirtió “en una valiosísima aliada para derribar barreras ideológicas y culturales y establecer espacios de diálogo y comunicación con sus oyentes (…)”.





  Estos programas radiofónicos no tenían un propósito elitista ni iban dirigidos a especialistas, sino que su objetivo era fundamentalmente de divulgación y fueron seguidos por radioyentes de uno y otro lado del Atlántico, así como por muchos exiliados españoles y en opinión del profesor Manuel José Ramos Ortega, investigador principal del proyecto I+D+I para la edición del corpus literario presentado bajo el título de “Edición, Estudio e Índices del Panorama Poético Español de Gerardo Diego”; y prologuista además del volumen que comentamos, constituyeron un puente para facilitar el regreso de los poetas exiliados.

El volumen se inicia con el <<radiotexto>> titulado “Falla en Cádiz”, cuyo facsímil mecanografiado se reproduce también, y al que siguen los valiosos trabajos de colaboración de los especialistas, estructurados en dos bloques de contenido. Así, por ejemplo, en el primero de ellos, titulado “La recuperación del Panorama Poético Español”, se integran textos tan esclarecedores como reveladores de la propia hija del poeta, Elena Diego; al que sigue un ensayo del también profesor de la universidad de Cádiz, José Jurado Morales, en el que me detendré mínimamente, siquiera sea porque se trata de uno de los editores de este volumen. Su trabajo se titula “El Panorama Poético Español de Gerardo Diego: Radio y Literatura en la poesía de la posguerra y la transición”, en el cual se hace referencia a distintos aspectos relacionados con la significación que adquiere la radio en los hogares españoles de la posguerra y la lucidez del poeta que vio en ella un instrumento para difundir la poesía en lengua española a ambos lados del Atlántico, sin olvidar la significación del poeta santanderino en los primeros años del franquismo, su labor como crítico, el programa radiofónico Panorama Poético Español, por él escrito y dirigido, su propósito, horario y duración, su formato y estilo, la estructura y los contenidos, para finalizar explicando el proyecto I+D+I con el objetivo de editar este corpus de textos que forman el mencionado Panorama… de Gerardo Diego. Siguen al suyo textos de José Luis Bernal Salgado, Francisco Javier Díez de Revenga, Julio Neira, Olga Rendón Infante, Regina Jiménez González, Paulo Antonio Gatica Cote, Belinda Rodríguez Guerrero, María Teresa Navarrete Navarrete, Ana Zarza Rondón, Nazaret Gijón Arroyo e Ignacio Pérez Pérez. Todos ellos profundizan en general en el tema propuesto o en algunos aspectos particulares del mismo, como es el caso de Julio Neira, quien analiza la relación de Gerardo Diego con los poetas jóvenes o el de Olga Rendón Infante, que estudia las relaciones entre el poeta santanderino y el Grupo Cántico de Córdoba a través de cuatro de sus <<radiotextos>> y un epistolario inédito. Varios de los trabajos acotan el ámbito de su estudio para centrarlo en años concretos o incluso en un periodo parcial de la vigencia del Panorama.





   No menos interesantes son los textos que se aglutinan en torno al segundo bloque de contenidos, esta vez más amplio y diverso, sobre el poeta santanderino y su quehacer literario, el cual lleva por título “En torno a Gerardo Diego”, y cuyos autores son Ana Sofía Pérez-Bustamante, Rafaela Cadenas Rivero (éste vinculado a las revistas señeras del 27 fundadas por el mismo Diego: “Carmen” y “Lola”), María del Carmen Pons Ballesteros (sobre la presencia del autor de “Alondra de Verdad” en las revistas gaditanas “La Vida Literaria” y “Cauces”), Blanca Flores Cueto, quien realiza un paralelismo entre la poesía de la generación del 27 y la del 50, basándose en la obra de Gerardo Diego y Julio Mariscal. Cierra este interesante volumen de ensayos el profesor de la universidad de Cádiz Manuel J. Ramos Ortega, con el trabajo titulado “Gerardo Diego: Un jándalo en Cádiz”, pues no en vano los dos editores del volumen pertenecen, como queda dicho, a la universidad gaditana.

   El lector interesado entenderá que no me haya sido posible citar los títulos de todos los trabajos que reúne el volumen en cuestión, así como resumir mínimamente su contenido por problemas de espacio y las exigencias propias de una reseña. No obstante, confío en haber acertado a proporcionar una visión global de esta obra. Sea como fuere, este comentario no ha pretendido otra cosa que dar noticia de un interesante y hasta sorprendente volumen de ensayos sobre una faceta de la personalidad literaria de uno de los grandes poetas de la llamada por José Carlos Mainer y otros críticos, edad de plata de nuestra poesía: la de Gerardo Diego y su quehacer como crítico literario a través de la ondas radiofónicas, en un periodo especialmente significativo de nuestra más cercana historia literaria, comprendido por los duros años de la posguerra y los inicios de la transición democrática en nuestro país.



                                                                                                             José Antonio SÁEZ.

lunes, 15 de julio de 2013

"MALOLA", DE DOMINGO NICOLÁS (NOTA A LA EDICIÓN).




Este libro excepcional que es Malola, y cuyo autor es el poeta murciano residente en Almería Domingo Nicolás, se publicó por primera vez en la imprenta de Emilio Orihuela, en la capital de la provincia, el año 1976, con portada del gran pintor indaliano Jesús de Perceval; prólogo del poeta y profesor granadino José Heredia Maya y de la mano amical y fraterna de Juan José Ceba. A su presentación en la Ciudad de la Luz acudió, conmovida, la académica Carmen Conde, cartagenera ilustre.
  Llegó posteriormente una segunda reimpresión que, bajo el título de Trilogía inicial, integró los títulos más significativos publicados por el poeta hasta el momento y que aparecen en la editorial Godoy, de Murcia, en 1985 (en el Depósito Legal figura el año 1987), en el orden que cito: Itémpora. Balada de otoño para Howard (1987), cuya primera edición había visto paralelamente la luz como número 1 de la colección almeriense “Alfaix” (libro-periódico patrocinado por la Diputación y el Ayuntamiento de Almería); Elegía cantada (1984), que se publicara bajo el sello de la editorial Cajal de Almería, con una tirada inicial de 1.000 ejemplares; y, finalmente, el poemario que ahora nos ocupa,  Malola (1976).



(Domingo Nicolás, en el centro, flanqueado por los poetas Juan José Ceba y José Antonio Sáez)


Quiso, pues, Domingo Nicolás bogar desde el presente hacia el pasado para recoger su obra publicada hasta ese año de 1987, siempre de la mano de pintores y poetas amigos; pues he de decir, necesariamente, para honra suya y la de todos los que hemos sido generosamente acogidos bajo su abrazo amical, que Domingo tiene un altísimo sentido de la amistad, de la gratitud y de la fidelidad a sus amigos, de los cuales ya he citado algunos y a los que habría de añadir muchos otros nombres como los de Enrique Durán, S. Capuleto, Javier Cortés, José Asenjo Sedano, José Luis Muñío, Rodrigo Valero y hasta el del catedrático oriolano José Guillén García, quien firma el prólogo que introduce a esta magnífica trilogía poética.

La edición que ahora se publica bajo el patrocinio del Instituto de Estudios Almerienses, organismo dependiente de la Excma. Diputación provincial de Almería, constituye pues la segunda reimpresión, revisada por el propio poeta, de la primera edición de Malola.

   Domingo Nicolás se introdujo en la poesía para iniciar un diálogo ininterrumpido con Malola, su segunda hija, convocado por ella, que le voló de los brazos con apenas tres años de edad y fue tan alto su vuelo que aún anda tras sus alillas con fervor de padre llagado, con devoción irrenunciable, con esa herida permanente que llevará hasta su último aliento, donde habrá de acudir a sus labios, por enésima y última vez, el nombre del ángel arrebatado. Yo diría que a Domingo le basta con cerrar los ojos para volver a sentir el calor de su dulce niña entre los brazos, para acunarla entre ellos y contemplarla amorosamente mientras se adormece, plácidamente, junto a su regazo o al abrigo de las manos amantes de su esposa y madre, Marilola. Para mí que esta niña, su lenguaje y sus juegos forman ya parte de un sentimiento de ternura colectivo que todos compartimos, asumimos y admiramos sobrecogidos por su luminosidad,  su encanto y su duende indescriptibles. 


(El director del IEA, Rafael Leopoldo Aguilera, con los poetas José Antonio Sáez, Domingo Nicolás y Juan José Ceba)


   Malola es un libro de unción y un libro de ungido. Una obra de amor, de un desmesurado amor que subyuga y conmueve. Domingo y Marilola, crucificados por el amor a esta hija arrebatada en la inacabable congoja de vivir y de la condición humana nos han entregado con total generosidad su legado de amor. Todo un derroche de ternura iluminada bajo su semblante de su niña morena, de la  inocente criatura salida de las manos de Dios y, para siempre ya, rompiendo vasos o revolviendo cajones donde se archivan los expedientes de los bienaventurados o poniendo en un aprieto a sus ángeles guardianes. Malola es así nuestra niña querida, nuestro dolor más íntimo y solidario, nuestro abrazo más profundo y desgarrador, nuestra comunión más firme con sus padres. Y ello se lo debemos a este libro en que Domingo Nicolás acudió a la llamada de su hijita de tres años para revelarnos el sentido de sus palabras impronunciables e incomprensibles, de sus juegos y travesuras con la gracia del ángel distraído que la custodiaba.  Pues Malola nos devuelve no sólo a la edad de la inocencia y la ternura que se derrama generosa en los textos de este libro, sino también a lo mejor de nosotros mismos, de nuestras emociones y sentimientos más dignos y auténticos.

                                              
                                                                                             José Antonio Sáez.


domingo, 7 de julio de 2013

DON QUIJOTE ACONSEJA A SANCHO.







“Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores; porque, viendo que no te corres, ninguno se pondrá a correrte; y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio. Inumerables son aquellos que, de baja estirpe nacidos, han subido a la suma dignidad pontificia e imperatoria; y desta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran. Mira, Sancho: si tomas por medio a la virtud, y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que los tienen [de] príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale. Siendo esto así, como lo es, que si acaso viniere a verte cuando estés en tu ínsula alguno de tus parientes, no le deseches ni le afrentes; antes le has de acoger, agasajar y regalar, que con esto satisfarás al cielo, que gusta que nadie se desprecie de lo que él hizo, y corresponderás a lo que debes a la naturaleza bien concertada. Si trujeres a tu mujer contigo (porque no es bien que los que asisten a gobiernos de mucho tiempo estén sin las propias), enséñala, doctrínala y desbástala de su natural rudeza, porque todo lo que suele adquirir un gobernador discreto suele perder y derramar una mujer rústica y tonta. Si acaso enviudares, cosa que pu[e]de suceder, y con el cargo mejorares de consorte, no la tomes tal, que te sirva de anzuelo y de caña de pescar, y del no quiero de tu capilla, porque en verdad te digo que de todo aquello que la mujer del juez recibiere ha de dar cuenta el marido en la residencia universal, donde pagará con el cuatro tanto en la muerte las partidas de que no se hubiere hecho cargo en la vida. Nunca te guíes por la ley del encaje, que suele tener mucha cabida con los ignorantes que presumen de agudos. Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia, que las informaciones del rico. Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico, como por entre los sollozos e importunidades del pobre. 




Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo. Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia. Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún tu enemigo, aparta las mientes de tu injuria y ponlas en la verdad del caso. No te ciegue la pasión propia en la causa ajena, que los yerros que en ella hicieres, las más veces, serán sin remedio; y si le tuvieren, será a costa de tu crédito, y aun de tu hacienda. Si alguna mujer hermosa veniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera de espacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros. Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones. Al culpado que cayere debajo de tu juridición considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, porque, aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia. Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible, casarás tus hijos como quisieres, títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte, en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos. Esto que hasta aquí te he dicho son documentos que han de adornar tu alma; escucha ahora los que han de servir para adorno del cuerpo”.



Capítulo XLII
De los consejos que dio don Quijote a Sancho Panza antes que fuese a gobernar la ínsula, con otras cosas bien consideradas.



(Miguel de Cervantes: El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, Segunda parte, XLII, 1615).