domingo, 28 de febrero de 2016

POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS: LA ERA DIGITAL.




   La especie humana ha entrado en la dictadura de las nuevas tecnologías, detrás de las cuales no hay, en buena parte, sino fuertes intereses económicos, políticos e ideológicos; control y dirigismo por parte de las todopoderosas multinacionales, sometimiento sin discusión a sus dictados. Ordenadores, teléfonos móviles, tablets, e pads, internet, redes sociales… Las nuevas tecnologías son el bocado apetitoso, el pastelito envenenado cuyo sabor nos engolosina. Se trata de enseñarnos a vivir, de inducirnos hacia formas de vida a las que no podemos negarnos y que se imponen por la fuerza de su evidencia, de sus innumerables ventajas. Una evidencia que resulta un tanto ficticia, en efecto, pues su contrapartida resulta atroz. Todos nosotros somos y seremos, como nuestros hijos y nuestros nietos, víctimas de ese dirigismo de las nuevas tecnologías que, bajo la apariencia de facilitarnos la existencia de inducir al progreso, no persiguen otra cosa que no sea controlar nuestras vidas, dirigir nuestras conciencias en aras a unos ingentes beneficios económicos. Todo está previsto y programado. Ellas saben muy bien hacia dónde nos quieren llevar y nos están llevando. Nosotros, todos nosotros, barrenderos y presidentes de gobierno, reyes, papas y emperadores, poetas y profesores, oficinistas y hombres de a pie, no somos más que marionetas en sus manos. Quizás no seamos ni siquiera eso. Ellas nos inducen a seguir sus prácticas y dictados en las nuevas relaciones sociales que nos han impuesto. Ellas nos conducen a la nueva realidad virtual que nos fascina y habrá de fascinarnos aún más en un futuro inmediato. Ellas diseñan nuestro presente y nuestro porvenir y nosotros nos limitamos a seguir sus instrucciones.


   Pero muchos seres humanos se sienten cada vez menos libres, menos comunicados, más manipulados, aislados, observados de cerca y controlados. En efecto, van haciendo de nosotros lobos solitarios, aumentando la desconfianza y el recelo. Aun así, los beneficios de las multinacionales siguen creciendo hasta el infinito y tendremos la sensación virtual de que esto es progreso y de que estamos inmejorablemente comunicados. Inexorablemente, todos vamos cayendo en la trampa. No es posible evitarla. Mas la intención es aviesa y pocos son los que alzan su voz contra esta nueva suerte de dictadura incruenta que, posiblemente, esté llevando a la especie humana a un callejón sin retorno: El nuevo orden mundial, la dictadura de las nuevas tecnologías, la nueva realidad virtual o en tres D, la globalización… La estupidez perfecta. Se persigue el ser asilvestrado, el perro de Pavlov, los cerebros de serrín descerebrados, el ser desierto, la despoblación de la dimensión intelectiva, el descrédito de la reflexión, del conocimiento y de la crítica. Desprestigiando el saber (¿Para qué esforzarse en conocer si toda la información está en la red?).  Hemos entrado en la alfabetización del siglo XXI. Porque caminamos hacia el dirigismo de la sociedad del bienestar bajo las señas del progreso. Algunos hemos encendido las señales de alarma y estamos en alerta roja porque día a día comprobamos cómo sucumbimos implacablemente arrastrados por las todopoderosas multinacionales de las nuevas tecnologías en la era de la globalización, de lo que bien podría suponer una suerte de esclavitud colectiva para nuestra especie. Se trata de romper, de fragmentar, descomponer la persona, de astillarla y reducirla a la dimensión de un puzzle cuyas piezas encajan de la manera que se ha dispuesto con sevicia. Se facilita así el control, la nueva esclavitud invisible de la humanidad y de los seres humanos. Bienvenidos al postcapitalismo de guante blanco.

         
                                                              José Antonio Sáez Fernández.


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