miércoles, 14 de mayo de 2014

ALMERÍA Y SU PATRIMONIO: UNA PUESTA EN VALOR.



"Porque te amamos, tierra/ de los eriales reunidos,/ hicimos de tu dolor, el nuestro,/ un cántico de agaves florecidas". Así escribía un entonces joven almeriense, de la provincia por más señas, en un libro que publicara allá por el año 1986 y del cual salieron a la luz dos ediciones: una en Almería y otra en Málaga, de 1988. El libro se llamaba "La visión de arena". Y es que a esta tierra, o se ha venido a quererla y a servirla, o se ha venido a expoliarla y a darle el golpe de gracia sirviéndose de ella. Así parece haber venido sucediendo con demasiada frecuencia a lo largo de la historia, una historia que, por cierto, fue gloriosa en el devenir de los siglos y que cayó en desgracia a partir de la conquista cristiana de Almería, allá por el siglo XV. Sólo en el siglo XIX, con el resurgir de la minería, parece que empezamos a remontar un desbarajuste histórico que se prolongó a lo largo de cuatro siglos de silencio. Demasiado silencio para nadie.
   Almería es una tierra frágil y todo lo frágil es hermoso. Dicho de otra manera, si así se quiere, la hermosura es siempre frágil. Y qué hermosa es esta tierra de los eriales reunidos que levanta campos de plástico bajo los cuales se esconde el vergel de todos los desiertos. Y cuando escribo esto, no sólo tengo en mente aquellos lugares que en las últimas décadas el reclamo turístico ha puesto de relieve (léase, por ejemplo, el Cabo de Gata, sus playas, pueblos y paisajes), sino también la riqueza interior de una provincia, cuyos municipios y contrastes están por descubrir y permanecen en un estado latente de milagrosa virginidad. Pero para ello hay que poner en valor toda esa riqueza a que aludo. Saber poner en valor todo ese legado secular exige lucidez y buenos gestores que sepan, quieran y puedan llevar la nave a buen puerto.
   Del inmenso patrimonio histórico-artístico que posee esta tierra, sólo hemos empezado a poner en valor una milésima parte. Todo está por hacer y me pregunto si  no estamos perdiendo una oportunidad de oro. Paradógicamente, discúlpeseme el que así lo diga, la culpa de ello radica, en buena medida, en la falta de exigencia de los propios almerienses, en su falta de concienciación, en su apatía, en su pasividad y en el desconocimiento, por no decir ignorancia, de lo que poseemos. No se puede amar, valorar y defender lo que no se conoce. Buena parte del futuro económico de la provincia de Almería está en concienciar a todos los almerienses para que conozcan, aprecien y valoren su patrimonio histórico-artístico y así ponerlo en valor, ofrecerlo al mundo como uno de los valores principales de su riqueza a través del legado que nos dejaron los pueblos que fueron pasando por esta tierra; ya fuesen iberos, fenicios, griegos, romanos, visigodos, árabes o repobladores venidos de otros lugares del solar hispano. Todo un patrimonio arqueológico, escultórico, pictórico, musical, arquitectónico digno de la más alta consideración, toda una herencia cultural que bien podría ser la envidia de otras provincias. Poner en valor, decidida y definitivamente, ese patrimonio cultural resulta decisivo para nuestro futuro. Yo así lo creo y así lo digo. Para que conste a quien así quiera considerarlo y a quien estimare como acordadas estas reflexiones.


                                                                                               José Antonio Sáez Fernández.



No hay comentarios:

Publicar un comentario