sábado, 5 de noviembre de 2016

HACIA UN ANIQUILAMIENTO DE LA CONCIENCIA.






   El plan era maquiavélico: “Arrasemos los principios y valores éticos. Sembremos un páramo desolado de escepticismo y duda sobre ellos hasta hacerlos desaparecer. Defendamos la fidelidad de los estómagos agradecidos. Porque un hombre sin principios cae en la cuenta de que no tiene conciencia ni memoria de ella y así podremos crear en él  la ilusión de la libertad. Hagámosle creer que un hombre con conciencia no puede ser libre, que la conciencia es un lastre y que coarta la libertad del pensamiento. Digámoslo ahora meridianamente claro: Un hombre con principios no supone para nosotros  más que un hostigamiento continuo y un desequilibrio que hace peligrar nuestras poltronas, pues amenaza seriamente nuestros privilegios. Estirpemos con bisturí, sajemos de raíz si es preciso, los principios que sostienen la conciencia y dieron lugar a ella. Sin principios ni conciencia, el hombre estará a nuestra merced. Entonces sí que podremos conducirlo y manipularlo a nuestro antojo y no hallaremos resistencia alguna. Confinemos a nuestros semejantes en un área videovigilada dónde puedan comer y beber hasta hartarse, reproducirse a placer y proporcionémosle adormideras para anestesiar su cerebro. Porque si suprimimos la conciencia conseguiremos aturdir también el cerebro. El secreto está en confundir e inestabilizar ahora, pues nosotros aseguramos la estabilidad, el bienestar y el progreso". 
   Y fue así como la sociedad humana comenzó a ser imbuída hacia su propio aniquilamiento, después del agnosticismo, el ateísmo y “el nada existe más allá de lo real aparente”, o lo que viene a ser equiparable: “nada hay más allá de ti mismo y, por consiguiente, puedes renegar sin problemas de tu conciencia". A no tardar, los hombres fueron siendo llamados uno a uno y adjuraron de su conciencia y principios, renegaron y escupieron sobre ellos, afirmando: "No te conozco". Y fue así como los seres humanos pasaron a ser felices y disfrutaron de sus días sobre la tierra.
                                                                          

                                                                               José Antonio Sáez Fernández.

2 comentarios:

  1. Felices los que no ven ni escuchan, los que pasan de todo y la vida les da lo que precisan

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  2. Felices los que no ven ni escuchan, los que pasan de todo y la vida les da lo que precisan

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