miércoles, 2 de noviembre de 2016

EL LOCO DE LAS MARIPOSAS.






   Fue en el día de la lluvia cuando se produjo el desplome de las mariposas, como si de un ametrallamiento se tratase. El suelo estaba cubierto de alas multicolores que se desplegaban en torno al cuerpo diminuto de los insectos. Sus cadáveres yacían desperdigados por doquier. Eran como fetos de ángeles abortados y su visión conmovía a los viandantes. El loco fue recogiendo los restos mortales que hallaba a su paso y los guardaba en los raídos bolsillos de su chaqueta remendada, mientras caían de sus ojos abundantes lágrimas, pues no encontraba consuelo para tamaña desgracia. Nadie reparaba en su acto de misericordia para con los lepidópteros y los más fingían no entender su enigmático despropósito. Estiraba el marginado la espiritrompa de algunos ejemplares de muy bellos colores y parecía llevárselos a los labios para darles un último beso de despedida. Era toda una declaración de amor. En su bolsillo encontraban sepulcro aquellas a quienes había perseguido inútilmente para atesorar su belleza y preservarlas de la contaminación que las aniquilaba.


                                                                               José Antonio Sáez Fernández. 



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