domingo, 19 de octubre de 2014

CONCIERTO DE LAS ESTACIONES.





 A casi un mes de iniciado el otoño, el verano continúa acampado entre nosotros y se resiste a ceder su lugar a la estación de los árboles revestidos de oro. No creo que haya nadie que se atreva a negar ya aquello del calentamiento global y del cambio climático, que está trastocando los ciclos vitales de las especies vegetales y animales. Indiscutible resulta esto para quienes poseemos una perspectiva de dichos cambios. Es más fuerte el calor en verano (olas de calor las llaman) y se extiende por semanas y meses que ha restado a la estación vecina. Más larga y duradera se ha hecho la estación estival, más extremado y riguroso el invierno. La primavera y el otoño han reducido sus dominios y apenas se dejan notar. Todo ello requerirá la adaptación de los seres vivos a los nuevos cambios, pero resulta evidente que algunos no conseguirán adaptarse a esos cambios y sucumbirán.
   Seguramente, la especie humana encontrará nuevos lugares de residencia fuera de nuestro planeta y, a no tardar demasiado, habrán de verse colonias humanas en otros lugares del universo y, como es lógico pensar, en otros planetas o en el mismo espacio. ¿Qué será de nuestro hermoso planeta azul, presa de la depredación y la irracionalidad de la "especie protegida"? Contaminado el aire, contaminados los ríos y los mares, contaminados los alimentos y el agua, ¿qué será de cuantos nos sucedan? ¿Habrán de surgir nuevas enfermedades, una vez que se descubran los remedios y soluciones a otras que durante siglos provocaron tanto dolor y muerte? ¿Permitirán las multinacionales farmaceúticas que eso sea posible o continuarán produciendo medicamentos que cronifiquen las enfermedades? ¿Habremos de asistir al descubrimiento de nuevos virus que amenacen el futuro de la humanidad y, por tanto, de la especie? Al parecer, nuestro planeta se agota entre otras causas por la presión demográfica y la deficiente administración de los recursos, siempre limitados. Educar a las generaciones más jóvenes en la consciencia de la limitación de esos recursos, así como en el ejercicio de la austeridad no parece tarea fácil cuando lo que veníamos percibiendo no era sino que estábamos instalados en la civilización de la opulencia y del despilfarro. Encontrar soluciones para estos y otros problemas resulta cada vez más acuciante. Los gobernantes del mundo no pueden mirar a otro lado, pues es cuestión de supervivencia para sus ciudadanos. Tampoco todos y cada uno de nosotros.


                                                                                          José Antonio Sáez Fernández.

2 comentarios:

  1. El planeta y la sabia naturaleza,expulsará de su seno como a un parásito a la especie humana ,enviándola a la extinción que se ha merecido.

    Pero el planeta seguirá vivo,regenerándose con otras especies macro o microscópicas limpìas que no destruyan su potentisima evolución.
    No se destruye el planeta,ni la naturaleza.Se autodestruye la especie humana. El planeta seguirá vivo y nosotros no lo veremos,nos habrán expulsado del Paraiso.

    ResponderEliminar
  2. Sabias y siempre oportunas palabras las del doctor don José Antonio García Ramos, muy querido amigo, ahora allá donde se encuentre. Lo echamos de menos. DEP.

    ResponderEliminar