lunes, 14 de julio de 2025

ENCUENTROS Y DESENCUENTROS

 

"La romería de San Isidro" (F. de Goya)


Porque tenemos que ir aprendiendo a hablar de nuevo y a poner un nombre a las cosas para poder referirnos a ellas y para que tú y yo, que no nos entendemos, podamos comenzar a aclararnos. Aceptemos que una vez que llamemos a las cosas por su nombre, sin trampas ni juegos de trileros, podemos iniciar el diálogo, que no ha de ser de sordos, sino de gentes que buscan el acuerdo con su asentimiento y el bien común en mutua convivencia. Si llegamos al acuerdo de llamar pan al pan y vino al vino, no digas entonces que el pan es piedra y el vino, agua porque juegas con las cartas marcadas y buscas la confusión, sino mi aturdimiento y mi fatiga en la comunicación que no está siendo tal. Pongámonos de acuerdo en lo básico, que es llamar a las cosas por su nombre para, a partir de ahí comenzar a dar los pasos que nos lleven a construir puentes entre tu orilla y mi orilla. Los desacuerdos no resuelven a base de desencuentros y agresiones, con desconfianza y deslealtad. 


(F. de Goya y Lucientes)


Si en verdad traes voluntad de acuerdo, llamemos a las cosas por su nombre. No me hagas comulgar con piedras de molino. Mi mente está despejada, abierta a los valles poblados de frutales y a las cordilleras nevadas en invierno, no la obstruyas desde tu babel confusa. Dialogar y argumentar es propio de criaturas evolucionadas, como nosotros nos preciamos de serlo. Pero no llegaremos a un acuerdo si uno de los dos no está dispuesto a ello y pretende sacar tajada sobre el otro e imponerse sobre él con su cerrazón y su mente obtusa. Si chocamos nuestras manos, si las apretamos, no traiciones el pacto a que hemos llegado con tanto esfuerzo.

 

                                        José Antonio Sáez Fernández.

 


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