miércoles, 5 de abril de 2017

FRAGMENTOS DE INTERIOR (4).



(Forografía de Paz Errazurik Körner)



 10


Remé mar adentro de tus ojos. Bogaban los remos en las aguas de tus pupilas ambarinas y me adentré en la pleamar de la aurora. Amanecía sobre las niñas de tus ojos y una luz anaranjada, casi púrpura lechosa, renacía de las olas. A zaga de tu huella, yo iba tras los pies descalzos que dejaste sobre la arena de la playa desierta. Allí iban a posarse las gaviotas, tras el vigor del vuelo. Allí, los cormoranes, los frailecillos y las otras aves marinas en los roquedos. Allí mi corazón hambreando tus manos sobre el rostro acariciado por la brisa auroral. Allí los silencios y la rosa única al compás de la música, al alba rosicler. Allí la herida que sanaste y el vendaje espumado con que la cubriste. Allí, enteramente solo, el abandonado.




 11


¿Qué he de hacer con este pobre corazón desvencijado y roto? Forjado está en los desengaños, nutrido en mil derrotas, vapuleado por todo el desamor del mundo. ¿Qué haré? ¿Qué he de hacer con él? ¡Ay! ¿Qué será de mí? Apenas amanece, ya anda en su pena y va de la mano de la melancolía, renqueando entra en los avisos que lo alertan, sus ojos siempre clavados en la tierra. Se conmueve al son de los violines, enferma a su compás, se eleva y levita sobre los adoquines de las aceras en que se cruza con otros corazones que sabe ensombrecidos. Va y no se detiene, iluminándose sólo con la mirada inocente de los niños, reparando en sus juegos y en la felicidad de las muchachas, en el color de sus sueños. Ay, cómo ha adelgazado y cómo se ha exprimido este pobre corazón amortajado!



 12


Como quien va quitando capas o escamas a una cebolla, así puedes ir quitando tú algunas de ellas y quedarte en la superficie o puedes seguir escrutando en el bulbo hasta llegar al meollo, a la pulpa granada del corazón humano. Si esto último decides, aprenderás de su fragilidad y de la urgencia de afecto que hay en su condición. El dolor espiritual, el dolor psíquico, ha de ser superado con coraje y decisión para transmutarse en energía luminosa y positiva, de lo contrario puede dar contigo al traste. Si en ese dolor te encierras, verás que se enquista en ti y te va anulando hasta imposibilitarte. Pero si lo exteriorizas, si te abres y lo compartes con los demás, hallarás otros corazones solidarios como el tuyo con los que te será más fácil superarlo. Para salir de tu propio dolor, nada mejor que la generosidad. Nada como compartir y ser solidario. Eso te salvará.


                                                                              José Antonio Sáez Fernández.



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