sábado, 17 de octubre de 2015

DIÁLOGOS EN LA MADRUGADA.





   En aquella ocasión me preguntaste si había aprendido algo de la vida, si la vida me había enseñado algo.Y yo te dije que la vida, ante todo, ha de vivirse. 
- ¿Cómo habría de vivirse? -incidiste-. 
- Si tienes la fortuna de poseer salud, procura conservarla, porque ella es uno de los mayores bienes que has recibido. No des por sentado que la salud es algo que te viene regalado o sobreañadido. Antes bien, estímala como una gracia que quiso darte el cielo. Si no tienes salud, lucha por ella y, si ya cuentas con ella, lo importante es que seas dueño y señor de ti mismo. Serás afortunado si la vida te lo permite y no tienes a nadie que esté por encima de ti. Mas he aquí otro aspecto esencial: sé tú el administrador de tu propio tiempo, pues nuestro tiempo es limitado y debes administrarlo a tu criterio, no al criterio de nadie o al dictado de nadie. Se trata de tu vida y créeme si te digo que es irrepetible. Con salud, y si ya eres dueño de ti y de tu tiempo, has de saber que el tiempo es más valioso que el oro: es vida por vivir. No se puede comprar el tiempo.
- Pero, la salud no siempre depende de nosotros, ni está al alcance de nuestra voluntad el decidir en toda circunstancia si ha de ser buena o mala. En cuanto a nuestra independencia y autonomía, al igual que respecto a nuestro tiempo, convendrás conmigo en que, en el camino de la vida, encontramos muchos condicionantes que pueden cambiar el rumbo de la nave.
- Así es, más has de saber que todo hombre debe luchar por eso; lo que, en definitiva, significa luchar por su libertad. Añado a todo lo anterior que la vida es también lucha por encontrar la felicidad y que cada hombre debe buscar la suya allá donde quiera que ella se encuentre. La felicidad puede que no sea más que la constatación de que vivimos de acuerdo con aquello que deseamos y estimamos como nuestro bien.
- Un hombre debe luchar en la vida por la superación de sus limitaciones y no venimos al mundo sino para hacer algo por los demás, sin esperar gratitud alguna por parte de aquellos a quienes beneficiamos con nuestras actuaciones.
- Bien has dicho ahora. Pero he de recordarte que una vida sin amor puede ser un páramo desierto. Quizás vengamos a este mundo por un imperativo genético y el amor nos depare la oportunidad de dejar tras nosotros a alguien que perpetúe nuestros genes. Esforzarte y luchar por sacar adelante a los tuyos es también un imperativo de vida. Si amas tienes que estar dispuesto a sufrir y, si traes hijos al mundo, tienes que estar dispuesto a desvivirte por ellos hasta ubicarlos en el camino de la vida para que puedan valerse por sí mismos. Busca la sabiduría y hállala tanto en los libros como en la vida misma, cultiva tu espíritu y haz fecundo tu conocimiento, pues no en vano en esto radica nuestra divergencia con las bestias. Vive de manera modesta, huye del lujo y de la ostentación y no acapares bienes que podrían constituir el sustento de tus semejantes. Mira si te conviene una vida apartada y una hacienda tan modesta como sobria.


                                                                          José Antonio Sáez Fernández.


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