lunes, 15 de julio de 2013

"MALOLA", DE DOMINGO NICOLÁS (NOTA A LA EDICIÓN).




Este libro excepcional que es Malola, y cuyo autor es el poeta murciano residente en Almería Domingo Nicolás, se publicó por primera vez en la imprenta de Emilio Orihuela, en la capital de la provincia, el año 1976, con portada del gran pintor indaliano Jesús de Perceval; prólogo del poeta y profesor granadino José Heredia Maya y de la mano amical y fraterna de Juan José Ceba. A su presentación en la Ciudad de la Luz acudió, conmovida, la académica Carmen Conde, cartagenera ilustre.
  Llegó posteriormente una segunda reimpresión que, bajo el título de Trilogía inicial, integró los títulos más significativos publicados por el poeta hasta el momento y que aparecen en la editorial Godoy, de Murcia, en 1985 (en el Depósito Legal figura el año 1987), en el orden que cito: Itémpora. Balada de otoño para Howard (1987), cuya primera edición había visto paralelamente la luz como número 1 de la colección almeriense “Alfaix” (libro-periódico patrocinado por la Diputación y el Ayuntamiento de Almería); Elegía cantada (1984), que se publicara bajo el sello de la editorial Cajal de Almería, con una tirada inicial de 1.000 ejemplares; y, finalmente, el poemario que ahora nos ocupa,  Malola (1976).



(Domingo Nicolás, en el centro, flanqueado por los poetas Juan José Ceba y José Antonio Sáez)


Quiso, pues, Domingo Nicolás bogar desde el presente hacia el pasado para recoger su obra publicada hasta ese año de 1987, siempre de la mano de pintores y poetas amigos; pues he de decir, necesariamente, para honra suya y la de todos los que hemos sido generosamente acogidos bajo su abrazo amical, que Domingo tiene un altísimo sentido de la amistad, de la gratitud y de la fidelidad a sus amigos, de los cuales ya he citado algunos y a los que habría de añadir muchos otros nombres como los de Enrique Durán, S. Capuleto, Javier Cortés, José Asenjo Sedano, José Luis Muñío, Rodrigo Valero y hasta el del catedrático oriolano José Guillén García, quien firma el prólogo que introduce a esta magnífica trilogía poética.

La edición que ahora se publica bajo el patrocinio del Instituto de Estudios Almerienses, organismo dependiente de la Excma. Diputación provincial de Almería, constituye pues la segunda reimpresión, revisada por el propio poeta, de la primera edición de Malola.

   Domingo Nicolás se introdujo en la poesía para iniciar un diálogo ininterrumpido con Malola, su segunda hija, convocado por ella, que le voló de los brazos con apenas tres años de edad y fue tan alto su vuelo que aún anda tras sus alillas con fervor de padre llagado, con devoción irrenunciable, con esa herida permanente que llevará hasta su último aliento, donde habrá de acudir a sus labios, por enésima y última vez, el nombre del ángel arrebatado. Yo diría que a Domingo le basta con cerrar los ojos para volver a sentir el calor de su dulce niña entre los brazos, para acunarla entre ellos y contemplarla amorosamente mientras se adormece, plácidamente, junto a su regazo o al abrigo de las manos amantes de su esposa y madre, Marilola. Para mí que esta niña, su lenguaje y sus juegos forman ya parte de un sentimiento de ternura colectivo que todos compartimos, asumimos y admiramos sobrecogidos por su luminosidad,  su encanto y su duende indescriptibles. 


(El director del IEA, Rafael Leopoldo Aguilera, con los poetas José Antonio Sáez, Domingo Nicolás y Juan José Ceba)


   Malola es un libro de unción y un libro de ungido. Una obra de amor, de un desmesurado amor que subyuga y conmueve. Domingo y Marilola, crucificados por el amor a esta hija arrebatada en la inacabable congoja de vivir y de la condición humana nos han entregado con total generosidad su legado de amor. Todo un derroche de ternura iluminada bajo su semblante de su niña morena, de la  inocente criatura salida de las manos de Dios y, para siempre ya, rompiendo vasos o revolviendo cajones donde se archivan los expedientes de los bienaventurados o poniendo en un aprieto a sus ángeles guardianes. Malola es así nuestra niña querida, nuestro dolor más íntimo y solidario, nuestro abrazo más profundo y desgarrador, nuestra comunión más firme con sus padres. Y ello se lo debemos a este libro en que Domingo Nicolás acudió a la llamada de su hijita de tres años para revelarnos el sentido de sus palabras impronunciables e incomprensibles, de sus juegos y travesuras con la gracia del ángel distraído que la custodiaba.  Pues Malola nos devuelve no sólo a la edad de la inocencia y la ternura que se derrama generosa en los textos de este libro, sino también a lo mejor de nosotros mismos, de nuestras emociones y sentimientos más dignos y auténticos.

                                              
                                                                                             José Antonio Sáez.


No hay comentarios:

Publicar un comentario