viernes, 14 de junio de 2024

OXÍGENO

 



Somos los que inspiran y espiran. Somos los que respiran y ensanchan sus pulmones henchidos de aire vivificador. Vivimos porque respiramos y necesitamos del aliento del oxígeno como el gran cetáceo que sale a la superficie a respirar tras la inmersión profunda, recreándose en la gracia de estar vivo y en la bulliciosa alegría de las aguas ligeras sobre las que se desplaza en busca del plancton y el alimento necesarios. Somos, sí, porque respiramos y el aire es nuestro cómplice oxigenando la sangre que circula por nuestro cuerpo en el gozo y la dicha de existir o en una fragilidad que nos sorprende y espanta. Inspiras y espiras, tomas aire y lo sueltas despaciosamente como si quisieras recrearte en el momento en que te relajas antes de tomar el aire nuevamente y volver a soltarlo. Somos seres vivencialmente repetitivos y nuestro organismo se recrea en sus hábitos. Qué gracia ésta la de respirar, qué don magnífico, qué suerte de maravilla la de relajarse en un acto instintivo que nos ubica al alcance de una diosa o de un dios en paridad absoluta. Expandirse y achicarse, ahuecarse y aminorar, llenarse para vaciarse y hallar el absoluto relajamiento. Los pájaros son los dueños del aire y comparten con nosotros el gozo de poseerlo.





José Antonio Sáez Fernández.





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miércoles, 12 de junio de 2024

TABOR

 


 




Ve que soy el transfigurado. He subido a la montaña deslumbrado por la luz, hiriendo mis pies con las piedras que me salen al paso, pues mi interés está en subir hasta la cumbre que anda envuelta en nubes, cercada por ellas, como si quisieran posarse sobre su inalcanzable refugio. A pesar de todo, no ignoro que la cumbre no está ubicada allí arriba para que vengan a instalarse en ella simples mortales como yo, ni tampoco las aves más ligeras capaces de ascender aprovechando las corrientes de aire con sus alas desplegadas, ni siquiera el aire mismo que es allí tan liviano como una caricia, o el azul limpísimo que deja los cielos en pura claridad y transparencia… Acaso sólo a la nieve le esté permitido derramarse y expandirse por doquier, porque ella es el maná que baja del cielo y desciende con la gracia del beso sobre los perfumados cabellos de la adolescente enamorada. No, cuando consiga ascender hasta ella no instalaré mi tienda, porque es lugar sagrado, sino que descalzaré mis pies de sus sandalias y me inclinaré, rodilla en tierra, para que los rayos del sol desciendan sobre mi cabeza y acierten a iluminar mi entendimiento. Por si acaso logró ver y entender aquello que tanto confunde a los mortales y consigo bajar después, henchido del amor que me haya sido conferido, para mostrar mi rostro, mis ojos y mis manos, atravesados por la luz, a mis hermanos.

 

                                                José Antonio Sáez Fernández.




VÍCTOR JIMÉNEZ: EL AGUA ENTRE LAS PIEDRAS




El poeta Víctor Jiménez (Sevilla, 1957) autor de una docena de poemarios, ha publicado en la editorial granadina Valparaíso una antología de su poesía editada hasta ahora, la cual lleva por título "El agua entre las piedras. Antología 1984-2022", en edición y prólogo de su paisano, el también poeta sevillano Juan Lamillar. Atinadas palabras las del prologuista, bien medidas y meditadas, precisas y equilibradas. Y muy oportuna la selección de textos escogidos bajo el prisma de la reflexión y el análisis meditado. Por la lectura de estos versos deambula un poeta que nos entona ese "tango para engañar a la tristeza" que es la poesía de Víctor Jiménez, pues aun siendo un poeta vitalista que sitúa la experiencia amorosa en la cumbre de sus aspiraciones humanas, tiñe de un barniz de melancolía cuantas vivencias de infancia, adolescencia, juventud y madurez acumula en su memoria, protagonista indiscutible de su poesía. El poeta sevillano lleva consigo al niño que fue, y al adolescente que se abría al mundo, al joven que descubrió el amor y lo experimentó en sus claroscuros pendulares, al degustador de la copla y el flamenco, cuyas letras le tientan y practica. Si es cierto que "se canta lo que se ha perdido", al decir de Antonio Machado, Víctor Jiménez es consciente en sus versos de cuanto ha poseído y de cuánto le ha sido arrebatado, por lo que el tema del paso del tiempo adquiere un gran relevancia en su discurso lírico. Hay en su poesía una reivindicación del derecho de todo ser humano a ser feliz y esa aspiración la encuentra el poeta en el amor, la poesía y la música. Un andaluz cabal, diría yo.