domingo, 15 de septiembre de 2024

MARTÍN PESTAÑA CLAVA SU DECÁLOGO EN LA PUERTA DE LA IGLESIA DE WITTENBERG.

 



1.Que la vida te muestre su rostro más amable y no tengas que ver su lado más oscuro. 2.Que tus semejantes te muestren su solidaridad y su misericordia, se compadezcan de ti y te ofrezcan su mano para levantarte del barro cuando caigas en él y no puedas valerte por ti mismo. 3.Que en tu devenir encuentres los medios necesarios para salir adelante en igualdad de condiciones con los que caminan a tu lado. 4.Que cuando te encuentres enfermo tengas una cama en donde yacer, un médico que pueda ayudarte a recuperar la salud y alguien que cuide de ti. 5.Que no se endurezca tu corazón y sepas perdonar a quienes te ignoraron o te ofendieron, aprendiendo de su conducta a ejercer el comportamiento contrario que proporciona paz, armonía y sosiego a tu alma. 6.Que puedas obtener el alimento que fortalezca tu cuerpo con tu sudor y tu esfuerzo, aunque no rechaces la invitación de quien se ofrezca a compartir su mesa. 7.Que cuando venga la noche, silbe el viento huracanado, caiga la nieve o arrecie la tormenta puedas hallar cobijo donde guarecerte de ellos. 8.Que si te decides a formar una familia, donde des cauce a tus emociones y afectos, así como alivies la soledad que aflige al género humano, puedas hacerlo con la dignidad que asiste a todos los hombres, sean de la raza que sean y practiquen el credo que practiquen; en paz, respeto y tolerancia con sus semejantes. 9.Que cuando llegue tu vejez y ya no puedas valerte por ti mismo, tengas quien se ocupe de ti y alivie tu desvalimiento; así como te tome de la mano, aporte consuelo a tus últimos momentos y cierre la cortina de tus párpados en el instante de tu tránsito. 10.Que cuando camines hacia la luz puedas sentirte agradecido con la vida y hayas dejado una gratificación para quien esparza la tierra sobre tu cuerpo inerte. Sea. 


                                 José Antonio Sáez Fernández.


viernes, 14 de junio de 2024

OXÍGENO

 



Somos los que inspiran y espiran. Somos los que respiran y ensanchan sus pulmones henchidos de aire vivificador. Vivimos porque respiramos y necesitamos del aliento del oxígeno como el gran cetáceo que sale a la superficie a respirar tras la inmersión profunda, recreándose en la gracia de estar vivo y en la bulliciosa alegría de las aguas ligeras sobre las que se desplaza en busca del plancton y el alimento necesarios. Somos, sí, porque respiramos y el aire es nuestro cómplice oxigenando la sangre que circula por nuestro cuerpo en el gozo y la dicha de existir o en una fragilidad que nos sorprende y espanta. Inspiras y espiras, tomas aire y lo sueltas despaciosamente como si quisieras recrearte en el momento en que te relajas antes de tomar el aire nuevamente y volver a soltarlo. Somos seres vivencialmente repetitivos y nuestro organismo se recrea en sus hábitos. Qué gracia ésta la de respirar, qué don magnífico, qué suerte de maravilla la de relajarse en un acto instintivo que nos ubica al alcance de una diosa o de un dios en paridad absoluta. Expandirse y achicarse, ahuecarse y aminorar, llenarse para vaciarse y hallar el absoluto relajamiento. Los pájaros son los dueños del aire y comparten con nosotros el gozo de poseerlo.





José Antonio Sáez Fernández.





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miércoles, 12 de junio de 2024

TABOR

 


 




Ve que soy el transfigurado. He subido a la montaña deslumbrado por la luz, hiriendo mis pies con las piedras que me salen al paso, pues mi interés está en subir hasta la cumbre que anda envuelta en nubes, cercada por ellas, como si quisieran posarse sobre su inalcanzable refugio. A pesar de todo, no ignoro que la cumbre no está ubicada allí arriba para que vengan a instalarse en ella simples mortales como yo, ni tampoco las aves más ligeras capaces de ascender aprovechando las corrientes de aire con sus alas desplegadas, ni siquiera el aire mismo que es allí tan liviano como una caricia, o el azul limpísimo que deja los cielos en pura claridad y transparencia… Acaso sólo a la nieve le esté permitido derramarse y expandirse por doquier, porque ella es el maná que baja del cielo y desciende con la gracia del beso sobre los perfumados cabellos de la adolescente enamorada. No, cuando consiga ascender hasta ella no instalaré mi tienda, porque es lugar sagrado, sino que descalzaré mis pies de sus sandalias y me inclinaré, rodilla en tierra, para que los rayos del sol desciendan sobre mi cabeza y acierten a iluminar mi entendimiento. Por si acaso logró ver y entender aquello que tanto confunde a los mortales y consigo bajar después, henchido del amor que me haya sido conferido, para mostrar mi rostro, mis ojos y mis manos, atravesados por la luz, a mis hermanos.

 

                                                José Antonio Sáez Fernández.




VÍCTOR JIMÉNEZ: EL AGUA ENTRE LAS PIEDRAS




El poeta Víctor Jiménez (Sevilla, 1957) autor de una docena de poemarios, ha publicado en la editorial granadina Valparaíso una antología de su poesía editada hasta ahora, la cual lleva por título "El agua entre las piedras. Antología 1984-2022", en edición y prólogo de su paisano, el también poeta sevillano Juan Lamillar. Atinadas palabras las del prologuista, bien medidas y meditadas, precisas y equilibradas. Y muy oportuna la selección de textos escogidos bajo el prisma de la reflexión y el análisis meditado. Por la lectura de estos versos deambula un poeta que nos entona ese "tango para engañar a la tristeza" que es la poesía de Víctor Jiménez, pues aun siendo un poeta vitalista que sitúa la experiencia amorosa en la cumbre de sus aspiraciones humanas, tiñe de un barniz de melancolía cuantas vivencias de infancia, adolescencia, juventud y madurez acumula en su memoria, protagonista indiscutible de su poesía. El poeta sevillano lleva consigo al niño que fue, y al adolescente que se abría al mundo, al joven que descubrió el amor y lo experimentó en sus claroscuros pendulares, al degustador de la copla y el flamenco, cuyas letras le tientan y practica. Si es cierto que "se canta lo que se ha perdido", al decir de Antonio Machado, Víctor Jiménez es consciente en sus versos de cuanto ha poseído y de cuánto le ha sido arrebatado, por lo que el tema del paso del tiempo adquiere un gran relevancia en su discurso lírico. Hay en su poesía una reivindicación del derecho de todo ser humano a ser feliz y esa aspiración la encuentra el poeta en el amor, la poesía y la música. Un andaluz cabal, diría yo.