jueves, 24 de julio de 2014

PEDRO M. DOMENE: "LAS RATAS DEL TITANIC".




   Soy de la opinión de que escribir literatura infantil encierra una doble dificultad. Y ello porque la buena literatura escrita para niños no florece por doquier. El niño, aunque no lo parezca, es un lector exigente y cuando tiene en sus manos una publicación destinada a su edad sabe discernir perfectamente si aquel producto es de su agrado o no, si aquello que se le ofrece lo estima ameno, divertido, atractivo, distraído, entretenido, sorprendente, interesante, impactante, escalofriante,etc. No creo que haya muchos escritores conscientes de la responsabilidad que contraen al pasarse, con cierta ligereza, al cultivo de la literatura infantil. No obstante, siempre ha habido y habrá autores de una fina sensibilidad para contactar con la curiosidad infantil, con su capacidad de sorpresa y de asombro, con su abierta disposición a empaparse de cuanto suscita su interés.

   El escritor y crítico Pedro M. Domene (Huércal-Overa, Almería, 1954) ha publicado, hasta el momento, las siguientes obras de literatura infantil y juvenil: Después de Praga nada fue igual, (editorial Algaida, 2004, 1ª ed. y 2008, 2ª ed.), Conexión Helsinki (Algaida, 2009) y recientemente, Las ratas del Titanic (e.d.a libros, 2014). Abundantes son también sus ediciones y antologías de narradores, así como sus estimados ensayos sobre el género novelístico, el cuento y el microrrelato.


   Las ratas del Titanic es un libro de literatura infantil que se lee con amenidad y agrado. En él, la realidad histórica se combina con la fabulación a través de dos discursos paralelos: el de la gente que viajaba en el trasatlántico y el de un grupo de ratas que se embarcan a escondidas en él en busca de una tierra de promisión, representada por los Estados Unidos. Hábilmente, se van mezclando en el relato los hechos reales (mundo de los humanos y del trasatlántico) con los que son producto de la imaginación y de la fantasía (mundo de las ratas) y, aunque pareciera que el segundo está supeditado al primero; en realidad no es así, ya que los verdaderas protagonistas del relato son los roedores. Ellos actúan siempre temerosos de ser descubiertos y son observadores curiosos de la conducta humana, tratan de disfrutar con la travesía al igual que los seres humanos, son recelosos y desconfiados, están bien organizados y a ellos se atribuyen cualidades que en principio deberían ser más propias de las personas: así, la generosidad y el altruismo, el sentido del deber y la responsabilidad, el amor y la admiración, el respeto y la prudencia, el sacrificio y la abnegación. De tal modo, el escritor es consciente de la educación en valores que transmite solapadamente a las generaciones más jóvenes, a pesar de que, en la vida real, las roedores no son siempre considerados como animales amistosos, sino más bien huidizos y repulsivos para muchos humanos. No obstante, las ratas que protagonizan esta historia son seres humanizados y resultan totalmente amigables para el lector; si bien mantienen la distancia respecto a los humanos, de quienes recelan. Incluso, los roedores superan a las personas en su instinto del peligro que se cierne sobre todos los que realizan placenteramente el viaje a bordo del trasatlántico, ignorantes de la amenaza que se cierne sobre sus vidas.


   Evidentemente, hay una labor de documentación necesaria sobre la historia del Titanic y su naufragio, previa a la redacción de la novela. Por otro lado, las ilustraciones siempre oportunas de la catalana (de Cornellá, Barcelona) Caty García, diseñadora gráfica y de moda, reúnen el encanto y la ingenuidad precisos para captar el interés de los lectores más jóvenes, así como para provocar en ellos la curiosidad y estimular su imaginación.

   De este modo, Pedro M. Domene se muestra ante sus lectores como un escritor sensibilizado, no sólo con la necesidad imprescindible de difundir la importancia de la lectura entre las nuevas generaciones, tarea que le ha ocupado gran parte de su vida profesional, sino también como diestro conocedor del oficio de contar historias. Y, sin duda, Las ratas del Titanic bien pudiera constituir una de esas atractivas historias para los lectores más jóvenes.


                                                                                    José Antonio Sáez Fernández.

1 comentario:

  1. Un millón de gracias, compañero y amigo, por una lectura atenta y cuidada. Y esa y no otra ha sido mi intención, humanizar a unas ratas que tal vez puedan enseñar algo, al menos, a los niños.
    Pmd.

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