domingo, 22 de marzo de 2015

GUÍA DE PERPLEJOS (X).





SURA CUADRAGÉSIMO SEXTA.

Bailara yo a tu son hasta el amanecer. Girara como un planeta alrededor del Astro Rey. Danzara a tu capricho hasta caer en la embriaguez y en el desmayo. Extendiera mis brazos en la danza para que tú me acogieras con la ligereza del aire y me condujeras sin dar un traspiés. Fuera una mi mente con el cosmos, pues tú estás en él, creador de lagunas y universos oceánicos donde vienen a abrevar las criaturas o a deslizarse en la transparencia de las aguas. Eres el plancton y eres el sustento. Eres el maestro que dirige la orquesta y el gran músico que la hace sonar hasta envolverme en el orden celeste.


SURA CUADRAGÉSIMO SÉPTIMA.

Vienes de anochecida y me invitas a contemplar el cielo estrellado. De tu mano me encamino a la Vía Láctea. En el universo de tus ojos se reflejan la Galaxia de Andrómeda y la Osa Mayor o del  Carro, a donde viajamos con las pupilas veladas y la mente franqueando, ágil, el espacio. De tu mano, sobrecogido y contemplando. Con mi insignificancia, yo; tú, omnipresente. La luz es tu atributo y yo el espejo que la recibe. 


SURA CUADRAGÉSIMO OCTAVA.

Como el que abriendo las palmas de sus manos deja en libertad al ave que en ellas iba prisionera, así mi amor por ti que va de vuelo. Ah, tus alas desplegadas, tus alas extendidas, ave magnífica que te haces al aire y en él te creces vadeando corrientes o inmersa en su embriaguez te abandonas, como se deja la mente en el vacío, y como el péndulo oscilas, dejándote caer en un picado y su contrapicado. 


SURA CUADRAGÉSIMO NOVENA.

Envuélveme, rodéame, provócame, invítame, embísteme, enloquéceme, enlázame, rúgeme, grítame, consuélame, mírame, abrázame, olvídame, quiéreme, llórame, recuérdame, sonríeme, enfádame, cántame, ofréceme, regálame, atúrdeme, sacrifícame, apúntame, dispárame, aciértame, contágiame, empújame, atraviésame, abrásame, quémame, condúceme, guíame, oriéntame, ruégame, implórame, solicítame, hiéreme… Si ha de ser de amor, por amor  y en amor de tu nombre. 


SURA QUINCUAGÉSIMA.

Días de silencio. Noches de espera con un vuelco en el corazón y el desgarro en las entrañas. Me puede el desasosiego si no te muestras. Noches en desconsuelo siempre esperándote, siempre aguardando la sombra que se acerca y se hace indivisible luz en tu presencia. Noches en las que fuera preferible agonizar a no tenerte. Días en que navega la noche más allá de la noche y son oscuras las aguas en que me dejo caer y me abandono.


                                                                  José Antonio Sáez Fernández.



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