lunes, 23 de febrero de 2015

GUÍA DE PERPLEJOS (III).





SURA DÉCIMO PRIMERA.

Escribiré sólo aquello que me inspire Aquél de quien ando enamorado. No esperéis de mí otra cosa. Pues camino hacia el final de mis días y ya mi vida le pertenece. Digo sólo las palabras que Él pone en mis labios, aquellas con las que sabe inducirme a cantar las maravillas de su amor. No creáis que escribo yo: es Él quien conduce mi mano por la albura del soporte y yo lo dejo hacer y decir lo que quiera. Deleitosa es su sabiduría y cuanto os revela a través de mí, utilizándome.


SURA DÉCIMO SEGUNDA.

Es tampoco el tiempo que me tiene prometido y es tanto lo que se atesora en mí que no he de decir sino una mínima parte de cuanto de Él me ha sido confiado. Mentiría si no dijera que veo su rostro en cuanto miro. Es su voz la que escucho y no otra. Son sus pasos los que me animan a seguirle. Sólo Él me subyuga y estoy por ir tras Él como el perrillo.


SURA DÉCIMO TERCERA.

¡Apartaos, que voy! Ni sé lo que me arrastra. Yo me dejo llevar por este remolino que me envuelve. Este viento que ciega y que me empuja, no soy yo. Perdonad esta velocidad inducida. A mí me lleva, ignoro por qué no a vosotros . Me voy y puede que no vuelva, pues no sé adónde voy.


SURA DÉCIMO CUARTA.

Días de garrafa. Cuántos días de vacío a la espera de que se obrase el milagro, de que se hiciese el prodigio que viniera a transformar su vida. Pero pasaban días de garrafa, uno tras otro y otro tras uno. Nada ocurría en su existir que no fuera estar a la espera, siempre aguardando a que ocurriese lo inesperado. Era la subida al monte Carmelo, donde no se hallaba otra cosa que no fuese NADA, para ponerte a prueba.


SURA DÉCIMO QUINTA.

Andar en la certeza, pese a la oscuridad. Paso a paso, avanzar en las tinieblas. No haber dudado, pese a no ver. No hacía falta meter los dedos en la herida del costado o en el hueco de la lanzada. Era Él, no había lugar para la duda. La desconfianza mata el amor y no puedes andar en amor si desconfías del enamorado en lo más mínimo.


                                                                       José Antonio Sáez Fernández.





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